HOMILIA TEDEUM 11º ANIVERSARIO REGIÓN DE LOS RÍOS

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Celebración de la gratitud, el esfuerzo y la confianza

 

Isaías 55, 1-5; Salmo 103, 1-2ª. 14-15.24. 27-28;  Jn  2, 1-11

 

Catedral de Valdivia, 1 de octubre de 2018

 

 

            Sr. Intendente, honorables, distinguidas y estimadas autoridades civiles, militares y religiosas; servidores públicos, señoras y señores, hermanos y hermanas.

            La celebración del Undécimo Aniversario de la Región, nos convoca para dar gracias, escuchar y pedir, al Dios Creador, Señor de la historia, que acompaña y alienta nuestro caminar.

Aún recordamos el Aniversario especial de los 10 años, que nos llevó a mirar los comienzos, valorar los pasos dados y mirar el futuro; celebrando con un feriado especial fecha tan señalada. Este año, aunque el número 11 no parezca tener mayor relieve, advertimos que todo año es importante. Sabemos que siempre es tiempo  oportuno, tanto para la constancia que mantiene lo logrado, como para la innovación que impulsa nuevos pasos.

CELEBRAR: REALISMO Y SUEÑO

Los momentos de celebración, son altos en el camino, para tomar conciencia del lugar dónde estamos, del camino recorrido y de las nuevas metas a alcanzar.  En este alto en el camino…, subamos al espacio…, tomemos una fotografía satelital. En ella, veremos un conjunto amplio, de instituciones y servidores públicos, que trabajan cumpliendo un rol específico y necesario para el bien común. En la fotografía están todos los habitantes de esta Región de los Ríos.

Es la vida que fluye imparablemente, como nuestros ríos, que tiene un tiempo para cada uno, es este tiempo de todos. Nos lo recuerda el poeta Jorge Manrique, en una de las coplas a la muerte de su padre:

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Volviendo a la imagen satelital, se les ve, se nos ve, en un rico (muchas veces complejo y difícil) entramado de relaciones y acciones, de evaluaciones y nuevos programas, de éxitos y fracasos, de límites y sueños. De todo esto, saben todos más que yo. Permítanme, por tanto, que de nuevo (hace pocos días celebrábamos el Te Deum de Fiestas Patrias) mi aporte, inspirado en las lecturas bíblicas, vaya al estado espiritual y moral, que pueda dinamizar positivamente nuestro actuar.

Pero antes de entrar en los textos bíblicos, para poner más a punto nuestra escucha, les recitaré de nuevo un poema Faumelisa Manquellipán. Ella reúne dos de las siete M, a las que me referí en Te Deum Fiestas Patrías: Mujer y Mapuche. Me refiero a su poema Sueños de mujer, que dice así:

 

Sueño que vengo naciendo
desnuda de entre la nada,
cobija sólo tengo
la neblina en la mañana.
Tenue me cubre, me inunda,
y un rayo de sol se posa entre mi ropa soñada,
y de mi cuello me pende
un trozo de luna y plata.
Al mediodía me sueño con largo vestido blanco
hecho de nube de octubre
¡ay, Dios! Y no he de mancharlo.
Y floto entre el infinito, por no querer ensuciarlo.
Por la tarde ¡Dios bendito!
Sueño entre una llamarada
de nube de fuego y viento, de placer y tibieza.
¡Ay no me quiten la tarde,
ni mediodía ni noche,
si en madrugada despierto recordando algún dolor,
querré yo seguir soñando,
porque soñar es mejor.

 

VALORAR Y AGRADECER LO RECIBIDO DE DIOS Y DE LOS DEMÁS

            Es sabio y bueno, valorar y agradecer, tanto don recibido personalmente y como Región. Cuando valoramos los dones, los cuidamos y los lustramos para gozar más plenamente de ellos. En cambio, ignorarlos o despreciarlos, nos lleva a su descuido y pérdida. Esto lo podemos aplicar tanto al cuidado personal, como al familiar, laboral, social y del medio ambiente.

            Cuando valoramos…, agradecemos. Entonces, la gratitud se convierte en la fuerza anímica más potente, capaz de movilizarnos en emprendimientos que van haciendo realidad los sueños. La inconsciencia, la instalación en la queja, la comparación y las luchas de poder, hacen que nuestro corazón se haga ruin y falto de la generosidad; sin la altura de miras necesaria, para trabajar por el bien común.

            La primera lectura, del profeta Isaías, nos invita a valorar, disfrutar y agradecer, los bienes de la Creación. Solemos hablar en los planes de desarrollo de recursos naturales. Quizá somos poco agradecidos a Dios que,  a través del profeta Isaías nos decía: “¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y leche…”

Al contemplar nuestra maravillosa Región, bien podremos decir con el Salmista: “¡La tierra está llena de tus criaturas, Señor!” Somos afortunados con las riquezas naturales de nuestra Región, particularmente con el agua. ¿Sabremos cuidar estos bienes naturales y ponerlos al servicio de todos, de modo sostenible, sabiendo que ese es el deseo del Creador? Cuanto más valoremos y agradezcamos, mejor podremos cuidar y administrar al servicio del bien común.

EL ESFUERZO POR RESPONDER A LAS NECESIDADES

            Queriendo el desarrollo de la Región, sensibles a los grupos y sectores más necesitados, siempre hemos de trabajar por la mejora continua. Queriendo servir a las gentes de nuestra Región, sin duda desarrollaremos una sensibilidad especial para detectar problemas y necesidades y buscar  las mejores respuestas.

            En el Evangelio que hemos escuchado, conocido como las bodas de Caná, María supo estar atenta a las necesidades, vio que el buen vino se acababa e iba a ser un serio problema para los novios. Por ello, se movilizó para solucionar el problema acudiendo a su Hijo Jesús, quien a su vez moviliza a los sirvientes, que han de llenar de agua seis tinajas de piedra. Todo un trabajo de equipo…

            Vemos la importancia de ser sensibles a las necesidades, para detectarlas, para priorizar  las mayores, más urgentes o que son más determinantes en el mapa o árbol de problemas a la vista. En este sentido, en Fiestas Patrias, hablamos de siete M: menores, mayores, mujeres, migrantes, mapuches, medio ambiente y mediación.

Dar respuestas supone movilizarse y realizar un plan de acción. Todo ello, solo puede hacerse con el esfuerzo, con el cumplimiento del propio deber con honestidad y competencia.

            Sin el esfuerzo de llenar de agua las pesadas tinajas de piedra, no hubiera habido un vino mejor. Sin el necesario esfuerzo, honesto y competente, y, ¿por qué no?, también abnegado; las respuestas pueden quedarse en múltiples estudios y proyectos sin ejecutar, o mal realizados.

CONFIANZA EN DIOS, EN LOS DEMÁS Y EN NOSOTROS MISMOS

            Continuando con el relato del Evangelio, vemos que los sirvientes confiaron en María, que les dijo: “hagan lo que él les diga”; confiaron también en Jesús y en la capacidad que ellos tenían para llenar las tinajas de agua. Entonces, se obró el milagro y, la fiesta, lejos de aguarse, ganó en calidad y alegría.

            La confianza es fundamental para la consecución de los objetivos de mejora. La confianza permite sacar lo mejor de uno mismo y superar las dificultades; es generadora de sinergias, concita voluntades y provoca saltos cualitativos; nos permite pasar de la necesaria supervivencia (el agua) a cotas de excelencia en el desarrollo integral (el vino).

            Cuando falta la confianza, las energías se pierden en las sospechas y descalificaciones mutuas. Cualquier proyecto se ve frenado. Se reúne poca fuerza para sortear las dificultades. Se trabaja a mínimos, rutinariamente, y se pierden los focos importantes del bien común.

            Ganar la confianza, recuperarla cuando se ha perdido, es primordial. Ello se logra con el trabajo generoso y honesto, con el diálogo incansable, con el cumplimiento de la palabra dada, con el reconocimiento de los propios errores, con el agradecimiento y felicitación por los servicios y aciertos de los demás.

            FINALMENTE…, les invito a la oración, para agradecer tantos dones y pedir a Dios que nos renueve en la confianza y en el esfuerzo, para seguir sirviendo a esta Región de los Ríos, buscando el bien de todos sus habitantes. Sigamos celebrando este Te Deum, dando gracias y renovando compromisos y confianzas.  Que Dios derrame en el corazón de todos, ríos de esperanza y de entrega generosa. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Gonzalo Espina Peruyero

Administrador Apostólico de Valdivia


Diseñado y administrado Juan Latorre.