Nunca bastó con rezar…, y siempre es necesario.

Valdivia, 8 de noviembre de 2019

Queridos amigos y amigas, hermanos y hermanas,

Al leer un rayado en la Catedral que decía “ya no basta con rezar”, me nació automáticamente el deseo de añadir “nunca bastó”, pues la oración cristiana siempre implica la vida y la historia, transforma nuestros corazones y nos compromete a amar a los demás, como Jesucristo nos enseñó con su vida y palabra. De la oración cristiana no nace la evasión sino el compromiso.

Así lo vemos en María de Nazaret, cuyo mes iniciamos hoy, que canta en el Magnificat, la acción de Dios en ella y en la historia, y se hace disponible a los planes de Dios. Así los primeros cristianos que compartían con alegría sus bienes con los más necesitados y de los que se decía “miren como se aman”.

Así a lo largo de la historia de la Iglesia en una sinfonía de expresiones de justicia y caridad, ofreciendo albergues, comedores, roperos, hospitales, escuelas, etc., allí donde los estados no llegaban o siguen sin llegar. Como actuales “botones de muestra” podemos citar la ingente obra de la Madre Teresa de Calcuta, gran orante e incansable en la acogida de “los más pobres entre los pobres”. En nuestro Chile el padre Alberto Hurtado fundador el Hogar de Cristo. En nuestro Valdivia el comedor diario de la parroquia San Pío X y muchos otros del fin de semana.  

Jesucristo vivía en íntima relación con el Padre, vivía en constante oración, desde la que vence la tentación y cumple su misión. Él recomienda a sus discípulos orar para vencer la tentación y para pedir por nosotros y por los demás, poniendo todo de nuestra parte y esperando que Dios haga lo que es imposible para nosotros.

La oración es escuchar a Dios que nos habla como amigo fiel. Esta escucha provoca un aflorar de lo mejor de nosotros. La oración es presencia, compañía, diálogo, encuentro con nuestra identidad más profunda: ser imagen y semejanza de Dios. La oración es el respiro de nuestro espíritu. Las actuales neurociencias nos muestran el saludable beneficio de la meditación y la oración. Como siempre, pero quizá hoy más que nunca, la oración es necesaria.

Cuando vivimos rodeados de ruidos, superficialmente, en relaciones débiles y olvidando a Dios, experimentamos una profunda soledad y falta de sentido. Cuando se apodera del corazón el individualismo y la indiferencia, el orgullo y la ambición, la envidia y el odio, fácilmente nos damos permiso para no respetar y dañar al otro, y hacemos más profunda nuestra herida. La verdadera oración cristiana nos ayuda a transformar el corazón convirtiéndonos al espíritu de las Bienaventuranzas, todo un proyecto de persona y sociedad nuevas.

Los santos y tantos hombres ejemplares que contribuyeron a grandes y pacíficos cambios sociales, han acrisolado su corazón en la oración. Encontraron en ella la luz y la fuerza para construir la justicia y la paz

Su amigo y hermano en Jesucristo

R.P. Gonzalo Espina P.

Administrador Apostólico de Valdivia


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