Iglesia de Valdivia celebró a María en la fiesta de la Inmaculada Concepción como maestra en el discipulado de Cristo, y se unió en oración para consagrar Chile a su protección de madre.
Más de dos mil personas llegaron a la Catedral de Valdivia el pasado domingo 8 de diciembre para celebrar juntos una Eucaristía en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Desde las diferentes parroquias de la ciudad de Valdivia, hermanos y hermanas caminaron portando colores y alegría en dirección al centro de la ciudad para celebrar juntos en esta tradicional y significativa fiesta.
En las parroquias del decanato San José, cada comunidad se unió a la oración diocesana y nacional desde sus comunidades, desde una diversidad de formas, incluyendo procesiones y Eucaristías. De igual manera las parroquias Buen Pastor, Preciosa Sangre, Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora del Tránsito (Corral) del decanato San Antonio Abad realizaron procesiones en sus sectores y calles de la ciudad de Valdivia y Corral, además de lo vivido en el templo Catedral
La celebración en el templo Catedral fue presidida por el Administrador Apostólico de Valdivia, R.P. Gonzalo Espina, quien dirigió una reflexión de las lecturas centrada en la esperanza y la disposición de María a los planes de Dios. En sus palabras invito a hacer vivo el Evangelio hoy, ante la realidad que puede abrumar a todos y a todas, señaló a María como maestra en la entrega a Dios aun en medio de la adversidad.
En un primer momento, el padre Gonzalo señaló como en el Génesis se muestra el inicio de los males que aquejan al ser humano, todo a raíz de que el humano desea ser Dios, y por este deseo rechaza la amistad que Dios le ofrece. “Este Dios no quiere abandonar al hombre por mucho que el hombre no le responda, quiere recuperar la amistad. Le importamos tanto que no quiere dejarnos en esa enemistad, en esa oscuridad, en ese túnel oscuro que nos conduce hacia la muerte.”, en enseñó al reflexionar sobre el anuncio de María y su linaje, Cristo, que pisara la cabeza de la serpiente.
La homilía del Administrador de la diócesis de Valdivia no quiso quedar indiferente a lo que vive el país, por esto señaló que “Dios la visita (a María) a través del ángel y le da ese saludo "Llena de Gracia el Señor está contigo". También, hermanos, creo que estas palabras del ángel las quiere decir Dios hoy a todos nosotros, asamblea aquí reunida, a toda la Iglesia y a toda la tierra, "Alégrense llénense de Gracia, porque Dios está con ustedes, y quiere acompañar su momento, quiere acompañar su historia".
El padre Gonzalo profundizo en la experiencia de María. Primero desde su elección de vivir a la espera y bajo la mirada de Dios como muchacha en medio de un tiempo difícil para ella y su pueblo, y donde otros habían elegido el conformismo o la violencia. Y luego desde su disposición y su rol de maestra para toda la historia en cómo disponerse a los planes de Dios, “como en las bodas de Canaán, nos dice "hagan lo que Él les diga" ¿Y qué es lo que hay que hacer? Llenar las tinajas de agua, es decir poner todo lo que está de nuestra parte. Llenar las tinajas de agua era algo que podían hacer los sirvientes, en cambio no podía convertir el agua en vino, pero sí podía llenar las tinajas. Nosotros hoy tenemos que recibir la invitación de Dios, y poner todo, todo, de nuestra parte, no permanecer indiferentes y dejar que el temor nos paralice.”
Finalmente, el Administrador apostólico de Valdivia reflexiono que, si todos disponemos nuestras manos a Dios, y trabajamos hasta nuestro limite, luego “Él hará posible lo imposible, recuperaremos un Chile mejor, la Paz florecerá de nuevo, habrá más justicia, más armonía, más entendimiento. Habrá menos hermanos en la pobreza. Habrá menos hermanos con urgencia. Habrá más hermanos en armonía y en paz.”
Consagración de Chile a la protección de la Santísima Virgen María
La Iglesia de Valdivia a través de todas sus comunidades y parroquias, en ambos decanatos, se unió a todo la Iglesia chilena en esta oración y Consagración a María. En el decanato San Antonio Abad se vivió particularmente en el templo Catedral durante la Eucaristía celebrada, mientras que cada parroquia se unió desde sus comunidades.
Homilía completa del R.P. Gonzalo Espina
En el camino del Adviento hoy celebramos la Inmaculada Concepción y con toda la Iglesia de Chile oramos por nuestro país consagrándonos a la Virgen pidiéndole que ella nos cuide y nos guarde como ya sabemos que lo hace siempre, pero de una manera especial en este momento las turbulencias y de dificultades especiales.
Hay un anuncio como decía este comentario por la segunda lectura, de parte de Dios, un deseo de Dios y un proyecto de Dios, de que seamos todos santos e irreprochables en su presencia por el amor. Este proyecto de Dios proclamado en este himno cristológico de la carta a los Efesios, nos indica el proyecto de Dios y Jesucristo su hijo. En este plan de salvación, María tiene un papel importantísimo, y con todos nos preguntamos ¿Cómo es posible esto viendo una historia y un mundo cansino de tantos problemas, de tantas muertes, de tantas violencias, de tantas injusticias, de tantas dificultades, en nuestro país, pero también en todo el mundo? La explicación nos la da la primera lectura que, nos cuenta un poquito de la historia en el libro del Génesis y por qué el hombre realmente daña su vida. Había un proyecto primero en el cual el hombre vivía en armonía en el jardín del Edén con Dios, en amistad. Pero este hombre quiere ser como Dios, rompe esta amistad y le vienen una serie de males. Caín mata a Abel y comienza la dimensión cainita de los hombres, que no siempre saben llamarse, ni respetarse, sino que en tantas ocasiones se dañan unos a otros.
Es después de ese momento en que el hombre quiere ser como Dios donde esté llama a Adán, porqué él no aparece y se esconde porque tuvo miedo ya que estaba desnudo. Este mal que ha entrado a la vida del hombre nos deja desnudos, indefensos, nos deja impotentes para vencer el mal y, lejos de reconocerlo, se suceden una serie de disculpas y de acusaciones a los demás. Esto también nos suena, porque es una constante en la historia. Lo podemos ver abundantemente en nuestro Chile, y en el mundo entero. La culpa de los males, en Chile, La culpa de los males del mundo no la tengo yo, sino que la tienen otros, siempre son otros los culpables de los males que nos aquejan.
En cambio, él Señor nos invita a reconocer nuestros pecados propios y a cambiar nuestra sintonía, para ponernos a la disponibilidad de Dios. En este libro del Génesis encontramos, ya lo que se llama el proto-Evangelio, el anuncio de Dios de la salvación. Este Dios no quiere abandonar al hombre por mucho que el hombre no le responda, quiere recuperar la amistad. Le importamos tanto que no quiere dejarnos en esa enemistad, en esa oscuridad, en ese túnel oscuro que nos conduce hacia la muerte. Por eso ya ahí promete enemistad entre ti, serpiente, y la mujer, entre tu descendencia y la suya, de tu linaje y el de ella. Este linaje de la Virgen, este linaje de David y este linaje de Jesús que aplastará la cabeza y tú les acecharas el talón. Y desde entonces hermanos vivimos una historia plácida y tejida entre el pecado y Gracia.
Al mismo tiempo que conservamos el pecado, la Virgen María nos muestra la mujer llena de gracia, que recibe el anuncio del ángel y que se hace disponible a los planes de Dios. Por tanto, es una invitación a ver realizado los planes de Dios, que comienzan en María, con esta disponibilidad tan grande de ser la madre de Jesús, que nos traerá realmente la salvación definitiva. Está María, es también madre de los vivientes, como antes lo fue Eva, pero de la nueva creación, de la nueva humanidad.
De manera que estamos invitados, no sólo a ver y a mirar tantos males que nos aquejan, sino a mirar, siempre, siempre, tantas luces, tanto bien, tantos hermanos que ayudados por la gracia de Dios son capaces de hacer el bien en todo momento. Así lo vemos en la historia de la humanidad. Así lo vemos en la historia de la Iglesia. Y así lo podemos seguir viendo y viviendo en nuestro momento actual. En medio de la complejidad. En medio de la confusión. En medio de las turbulencias. En medio de heridas y dolores se está haciendo mucho bien que muchos hermanos que despiertan y se preguntan "¿Qué tengo que hacer yo?" y no tanto que tiene que hacer el otro, sino que tengo que hacer yo. Y esto es la actitud que tiene María.
María vive en Nazaret como humilde muchacha que está a la expectativa de los planes de Dios. María no está no está en el palacio de Herodes, tampoco está entre los violentos que quieren que el gobierno de su país deje de estar sometido a Roma, algo legítimo, pero que quieren conseguir por la violencia. El contexto de María no es fácil, pero ella ha elegido la mejor la oposición, la mejor parte, ponerse bajo la mirada de Dios y seguir esperando de Él, como todos los pobres de Israel, como los hambrientos, la Salvación.
María no espera ya a quienes estamos contaminados por el mal, sino espera un principio nuevo que nos traiga una regeneración, una vida nueva, una sociedad, una Iglesia nueva, un mundo nuevo. Y la manera de hacerlo es por la iniciativa de Dios, Dios la visita a través del ángel y le da ese saludo "Llena de Gracia el Señor está contigo". También, hermanos, creo que estas palabras del ángel las quiere decir Dios hoy a todos nosotros, asamblea aquí reunida, a toda la Iglesia y a toda la tierra, "Alégrense llénense de Gracia, porque Dios está con ustedes, y quiere acompañar su momento, quiere acompañar su historia". Ella quedó desconcertada y preguntó qué significaría aquello, el ángel entonces le invita a no temer, es una palabra que también hoy tenemos que escuchar porque las circunstancias nos llenan de temores. Nos quitan los sueños mejores, y nos traen los temores de los peores auspicios. Por eso es importante escuchar también nosotros hoy al ángel "No teman, no teman, porque Dios. va vencer al mal con el bien. No teman si ustedes se hacen disponibles como se hizo María”.
Y Dios da a María una pequeña muestra, de esta acción de Él con su prima Isabel que en su vejez ya está embarazada en el sexto mes, por qué, dice el ángel, para Dios no hay nada imposible. Y es ahí donde nosotros queremos hoy pedirle a María que interceda por nosotros. Sabemos que siempre lo hace, pero hoy debemos pedírselo de una manera especial, y queremos entregarnos a ella para hacernos también disponibles a los planes de Dios, como ella lo estuvo y para decir también "hágase en mi según tu palabra".
Ese es el camino que tenemos que seguir. Ese es el camino que tenemos que andar en este tiempo. Cada uno de nosotros debe estar atento a las llamadas de Dios, y preguntarnos qué tenemos que hacer desde mi situación y lugar, que puedo aportar yo para construir un mendo mejor, para construir un mundo sin rencores.
María, como en las bodas de Canaán, nos dice "hagan lo que Él les diga" ¿Y qué es lo que hay que hacer? Llenar las tinajas de agua, es decir poner todo lo que está de nuestra parte. Llenar las tinajas de agua era algo que podían hacer los sirvientes, en cambio no podía convertir el agua en vino, pero sí podía llenar las tinajas. Nosotros hoy tenemos que recibir la invitación de Dios, y poner todo, todo, de nuestra parte, no permanecer indiferentes y dejar que el temor nos paralice.
Hay algo que hacer, hay una tarea pendiente que este Chile nos pide a cada cristiano, a cada ciudadano, a la Iglesia, a la sociedad, y cada uno nos hemos de preguntar cuál es la respuesta que vamos a dar. Pero sabiendo que tenemos un límite, por eso pedimos a María. No venimos a pedir a María para dejar que ella haga la "pega" y nosotros estemos tranquilos y cómodos. Tenemos que llenar las tinajas de agua como lo hicieron los sirvientes en las bodas de Canaán y entonces Él Señor hará lo que nosotros no podemos hacer, Él hará posible lo imposible, recuperaremos un Chile mejor, la Paz florecerá de nuevo, habrá más justicia, más armonía, más entendimiento. Habrá menos hermanos en la pobreza. Habrá menos hermanos con urgencia. Habrá más hermanos en armonía y en paz.
Esta oración, esta Eucaristía que vamos a hacer, la estamos haciendo a una sola voz y en un solo deseo profundo de poner cada uno de nuestra parte, la mejor, y continuar pidiéndole al Señor lo que nosotros no somos capaces pero el si nos lo puede dar. En este sentido los invito ahora a que iniciemos este pequeño gesto profundo e intenso de consagración en Chile a María.
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