Entrevista a Javier Vega, director de la XXIV Escuela de Verano

Esté sábado 11 se desarrollará una nueva versión de la Escuela de Verano que organiza la diócesis de Valdivia. La actividad se realizará en la Universidad Santo Tomás, y ofrecerá ocho cursos, compartiendo estos un enfoque de discernimiento que nace de la interpretación bíblica y la doctrina social de la Iglesia.

La Escuela de Verano se ha realizado por veintitrés años, consolidándose como una masiva instancia formativa en nuestra diócesis. Este espacio de formación ha variado en su forma, su metodología y en sus contenidos. Por este motivo Javier Vega, director de esta vigesimocuarta Escuela de Verano, nos cuenta y da a conocer algunas particularidades de esta versión 2020.

Periodista: Cuéntanos Javier ¿Qué es la Escuela de Verano?

Javier Vega: Bueno, la Escuela de Verano es una instancia que se ha venido desarrollando por veintitrés años. Es un espacio en que se desarrollan diversos cursos para apoyar, tanto la reflexión de los agentes pastorales, como de las personas que no pertenecen a la Iglesia pero que encuentran algún tema que le pueda ser interesante para ir alimentando su pensamiento. Este año particularmente estamos centrados en la idea de discernir, de darnos cuenta que nuestro tiempo, el tiempo presente, no solo este año, sino esta época que nos está correspondiendo vivir, es algo particularmente de Dios.

Periodista: Ya son veintitrés años, y pronto esta instancia cumplirá veinticuatro ¿Cómo nace la Escuela de Verano de Valdivia? 

Javier Vega: Esta escuela tiene una tradición muy larga, ya desde el año 1996 que se viene desarrollando. En un inicio se pensaba como un aporte para aquellas personas que quisieran hacer algún curso práctico durante el período estival. Estamos hablando de que originalmente había cursos de gasfitería, carpintería, entre otros oficios, y que, paralelamente se ofrecía algo de reflexión cristiana que fuera permitiendo que la tradición que cada uno traía desde su realidad, se fuera complementando con el trabajo.

Con el tiempo nos fuimos dando cuenta que otras instancias a nivel gubernamental e instituciones educacionales iban supliendo estos cursos que nosotros pensábamos para capacitar a las personas, y fuimos manteniendo la tradición de los cursos de apoyo y reflexión pastoral. Y en estos cursos es donde ahora nos estamos centrando en dar apoyo a la reflexión y al discernimiento.

Periodista: Uno de los objetivos de este espacio es abrirse a personas no cristianas, o personas que por diversas circunstancias o experiencias son distantes a la Iglesia ¿Por qué sería de interés para alguien que no es católico, o cristiano, esta Escuela? ¿Qué podría encontrar aquí?

Javier Vega: Lo que pasa es que también hay que hacer una pequeña distinción. Cuando uno pertenece a la Iglesia católica, uno no necesariamente renuncia a pensar, a reflexionar, a discernir y a entender lo que está ocurriendo en el tiempo presente. En este discernir de lo que ocurre en el tiempo presente, nosotros utilizamos herramientas de análisis que muchas veces son de tradiciones no cristianas, tradiciones que más bien son de otro tipo, como sociológico, filosóficas, entre otras, y que nos van permitiendo comprender cómo funciona el mundo. En esa reflexión es donde efectivamente se abren puertas, instancia muy interesante para todos aquellos no cristianos, para compartir visiones del mundo común y para construir una sociedad en común. Por eso que es importante que aquellas personas que no son de la Iglesia católica, pero que sí tienen un interés por hacer una reflexión conjunta, puedan participar, porque nos vamos complementando y nos vamos enriqueciendo con el conocimiento de cada uno.

Periodista: El lema bajo el cual se desarrolla la Escuela este año es, “¿Este es el tiempo de Dios? ¡Despertemos!”, y tú has señalado mucho la relación con el mundo y el discernimiento ¿A qué te refieres cuando nos dices que estamos leyendo, viendo, escuchando a Dios en el mundo?

Javier Vega: Lo que pasa es que hay un principio básico con el cual nos levantamos los cristianos, la Iglesia católica, y que el principio de la encarnación. Jesús se encarna en un momento real de la historia, y vive ese momento de la historia. Jesús tuvo conflictos políticos, Jesús tuvo conflictos sociales, fue también reprochado por el sistema judicial de la época, tuvo conflicto con los líderes y eso es propio de toda persona que quiere entender y ser parte de este mundo. Nosotros no podemos vivir nuestra vida de cristiano suponiendo que todo lo que ocurra en nuestra vida sea aislado de todo lo demás. La Iglesia católica no es un refugio. La Iglesia católica no es una burbuja. La Iglesia católica no nos evade de la realidad, sino que, todo lo contrario, la Iglesia Católica nos invita constantemente a vivir la realidad más cotidiana, más plena, más profunda para entender que ahí, que en esa realidad concreta está Dios manifestándose.

Periodista: Finalmente Javier. En su carta, dirigida a la Iglesia de Valdivia, “Comprometidos con la Justicia y la Paz, entre el Dolor y la Esperanza”, el padre Gonzalo, Administrador Apostólico de Valdivia, nos invita expandir el proceso de discernimiento que atravesamos como Iglesia, para hacerlo transversal a un discernimiento sobre la sociedad ¿Qué te parece esta reflexión? ¿De qué manera la Escuela de Verano puede responder a esta invitación que hace el actual administrador apostólico de nuestra diócesis?

Javier Vega:  El padre Gonzalo apunta a un elemento que es clave, y es que durante mucho tiempo nosotros como Iglesia Católica cometimos el error de creer que nos sustentábamos a nosotros mismos, o nos resolvíamos nosotros mismos y en algún periodo de la historia la desconexión entre las realidades temporales y las realidades espirituales fue muy fuerte.

No hay que olvidar que en la década de los cincuenta hasta la década del 80 el compromiso social de la Iglesia por la transformación política, por la transformación de toda la estructura, fue una cosa que nos marcó y que nos distinguió. Luego en los 90, intentamos como Iglesia volver a una espiritualidad mucho más centrada en lo que la Iglesia en sí misma era, y ya para el año 2000 esto se transformó en un período de desconexión compleja, donde además nos tuvimos que hacer cargo del conjunto de errores que, como Iglesia, habíamos cometido, o no denunciando, o no visto, o no formando bien a los agentes pastorales, sacerdotes incluidos. Lo que el padre Gonzalo nos dice, y es un elemento muy profético, es que tenemos que despertar y darnos cuenta que este tiempo es un tiempo de Dios, y en este tiempo de Dios la Iglesia no puede pensar en sí misma como quien piensa en cualquier otra institución. La Iglesia tienen que entender que su ser, su centro, su corazón, es el mundo real. Por lo tanto, no podemos discernir qué va a pasar con la Iglesia sin hacer un discernimiento honesto y efectivo respecto de qué está pasando con nuestro país.

Cuando nosotros logramos discernir qué está pasando con nuestro país, estallido social incluido, matriz económica incluida, perspectiva neoliberal incluida, errores y aciertos incluidos, nosotros en realidad estamos pensando hacia dónde vamos como mundo, y eso finalmente es nuestro horizonte. Hay que pensar que la Iglesia católica tiene como categoría fundamental la lógica del Reino de Dios, y el Reino de Dios no es un cuento de niños, no es una fantasía, no es una imagen para que la gente se quede tranquila. El Reino de Dios se construye aquí y ahora, y eso es el mundo.


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