Hoy se cumplen 26 días de la Pascua del presbítero holandés que entrego su vida en Chile al servicio de los más pobres.
El presbítero Cornelio Lemmers, sirvió por 56 años a la Iglesia de Chile, y el pasado 8 de febrero falleció tras sufrir un infarto al corazón. Como Obispado de Valdivia, queremos recordar y reconocer la vida de este hermano que se entregó de lleno a construir el Reino, por este motivo como Iglesia diocesana de Valdivia queremos compartir la nota que preparo la periodista Jovita Cerro, el 12 de febrero pasado, y que no pudo ser publicada a tiempo.
Iglesia diocesana despidió al padre Cornelio Lemmers
"Que seas semilla de vocaciones al estilo de Jesús"
Representantes de la Diócesis de Valdivia, Calama y de otros puntos del país, despidieron con gratitud y dolor, en La Unión, al querido y reconocido sacerdote, pbro. Cornelio María Lemmers Van Beek quien falleciera tras sufrir un infarto al corazón. El 2013 celebrando sus 50 años de ministerio dijo:
“Mi opción misionera se consolidó en la opción preferencial por los pobres, lo que iba a ser una constante en mi vida ministerial hasta hoy... Cristo me hizo sacerdote, el sacerdocio era un camino para hacer algo por los demás... Vine con la idea de adaptarme y desde el principio pensé quedar toda mi vida en Chile; soy feliz por todo lo que he vivido”.
Es lo que define la vida, la historia, misión y legado de este "pastor con olor a oveja", de 84 años, 56 de ministerio sacerdotal y cuyo paso ha dejado profunda huella con 54 años de apostolado en Chile.
En la víspera de la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia Pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Valdivia, agradeció a Dios y entregó al regazo del Amor Eterno el alma de su sacerdote Cornelio.
La Misa Pascual de exequias celebrada en el templo parroquial San José, en La Unión, donde culminó su fructífero servicio y misión pastoral en este mundo, fue presidida por el padre Gonzalo Espina Peruyero, Administrador Apostólico, sede vacante, de la Diócesis de Valdivia. Fue acompañado por hermanos diáconos, sacerdotes y religiosos del clero valdiviano y de Osorno con quienes el padre Cornelio estrechó lazos de amistad, misioneros y evangelizadores.
El énfasis de su vida y de su ministerio sacerdotal vividos en medio del pueblo, centrado en Jesucristo, con sus dotes como persona marcado por su sencillez, cercanía y disposición a servir a tiempo y a destiempo, junto a su presencia profética siendo sal y luz del mundo, acompañando a quienes Dios le puso en su camino, en especial a los más pobres y necesitados, fueron el centro de la celebración.
Ello fue explicitado al inicio de la Eucaristía con el encendido del Cirio Pascual signo de la vida cristiana consumida en y para Cristo y la vida de los agentes pastorales a quienes acompañó, representados en laicos de la Parroquia Nuestra Señora de La Merced, del Movimiento Diocesano de la Renovación Carismática y de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes de Paillaco, quienes presentaron la casulla, la estola y la Biblia utilizadas por el padre Cornelio.
"La predicación del Evangelio debe ir acompañada siempre del servicio y presencia a los pobres y necesitados", decía el padre Cornelio.
Reconociendo en ello un particular legado, laicos representantes de la misión pastoral que el sacerdote desarrolló tanto en comunidades de La Unión, Valdivia y las diversas parroquias de la Diócesis, como en el norte, centro y sur del país, presentaron en las ofrendas, numerosas cajas de alimentos para ser entregadas a familias pobres de la parroquia.
La elocuencia y consecuencia de vida del padre Cornelio fue destacada en la homilía del administrador apostólico, p. Gonzalo Espina. "Cristo en el Santísimo es sacramento de unidad, es la nueva alianza, Salvador y Señor que pasaba haciendo el bien, sanando enfermos y cuya presencia era salvífica. Nuestro hermano Cornelio ha sido instrumento de este Cristo y ha vivido estas mismas experiencias... Él fue luz porque compartió y entregó su vida, especialmente a los pobres, a los más necesitados... Ojalá rescatemos esta luz que fue nuestro hermano, la conservemos y compartamos cada día", subrayó.
Lo propio testimonió la familia chilena Vera Arriagada quienes de la mano de Erla acompañaron por más de 35 años su ministerio sacerdotal.
"Este viaje del padre Cor (desde Holanda a Chile) terminó favoreciendo a nuestra familia y al mismo tiempo hizo que corcito se transformara en el tío, el amigo, el hermano que todos amamos y respetamos. Se convirtió en el cómplice más leal de la Faume, nuestra matriarca, cómo cariñosamente le llamaba él. El padre Cor sembró en nuestra familia el amor, la generosidad, el consejo certero y su especial sentido del humor... La luz que irradiaba permanecerá siempre en nuestros corazones".
Otro momento particularmente emotivo fueron las palabras del consejero del Instituto de Educación Rural, IER, de Calama, Germán Donoso, quien a la llegada del P. Cornelio a Chile en 1965, se desempeñaba como Director.
Remontándose en el tiempo, Donoso recordó el dedicado y valeroso empeño pastoral, evangelizador, misionero y social del padre Cornelio.
"Mi gratitud primero a Dios, el Señor, que siempre nos regala tantas bondades y tanta riqueza, y al padre Cornelio. El año 1966 trabajé con él en Santa Elena, en la central de capacitación del IER destinada a campesinos que iban a ser destinatarios de la reforma agraria y que por no saber leer ni escribir quedaban excluidos de ese proceso. Él se preocupó siempre de cada joven, de cada campesino que el Instituto atendía y con su sencillez fue sal y luz. Él fue un sacerdote que vivió el Evangelio del Señor a plenitud, entregando a quienes más necesitaban el cariño, la bondad y el bienestar social. Fue un hombre que supo encarnar fuertemente el Evangelio del Señor".
Su afabilidad y presencia activa en la vida del clero, su entrega incansable y su preocupación por sus cohermanos sacerdotes de la mano de su buen humor, fueron destacados por el pbro. Carlos Martínez.
"Algo que siempre valoré en él fue su presencia con nosotros los sacerdotes; Cornelio siempre estaba en los encuentros del clero y en las celebraciones pastorales diocesanas. Él nos irradiaba mucha paz; era muy simpático. Siempre recuerdo su buen humor y alegría. Era un ser humano muy bueno como persona, de carácter sensible, cordial, entablada relaciones humanas positivas y muy buenas, muy ricas, y eso le ayudaba profundamente en su ministerio sacerdotal".
Este camino del padre Cornelio iniciado fruto del amor de sus padres Steef y Bets que lo dan a luz junto a Steef, su hermano gemelo, y otros ocho hermanos en la lejana Holanda, culminó el sábado 8 de febrero, a las 15:28 hrs., en Valdivia, tras sufrir un infarto al corazón.
El gran corazón de Cornelio María dejó de latir, no así lo que animó su fe y su existencia, ser sal y luz del mundo; otro Cristo entregado a sus hermanos y hermanas, desde la vivencia sacerdotal por el bautismo que intentó plenificar ejerciendo su ministerio de padre y pastor caminando en medio de su pueblo.
Este lunes 10 de febrero, el féretro con los restos del padre Cornelio salió del templo unionino portado por sus hermanos sacerdotes y entre los aplausos de gratitud de una atiborrada asamblea a quien anima la esperanza que el padre Cor, como le decían sus cercanos, seguirá presente patentando desde la eternidad su lema sacerdotal “Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos”.
"Gracias Señor por su mirada profunda, alegre, pícara, porque la mirada del padre Cornelio transparentaba una luz que venía de ti. Gracias por los miles de kilómetros que recorrió para venir de su tierra a esta tierra nuestra de Chile, a la que vino a servir y a darlo todo. Gracias Cornelio por tu ejemplo de sacerdote, por tu amor a todos, por tu acogida sin condiciones y tu servicio a los más pobres. Descansa en la Paz y en el Amor Eterno de tu Señor", agradeció emocionado el padre Gonzalo al término de la Eucaristía.
Por: Jovita Cerro Quintana Periodista
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