Dentro de las acciones sociales que realiza la Iglesia católica en Valdivia se encuentra la Pastoral Carcelaria, un acompañamiento que se hace a las personas privadas de libertad, a través de la presencia en el Complejo Penitenciario de Valdivia de personas que voluntariamente asisten durante el año para ofrecer una mano solidaria.
En el marco de la campaña “Felices los misericordiosos porque serán tratados con misericordia”, que busca reunir útiles de aseo y materiales como tela y lana, el padre Diego Gallardo, comenta su experiencia como integrante de la Pastoral Carcelaria y capellán del Complejo Penitenciario de Valdivia.
¿Cómo acompaña la pastoral Carcelaria? ¿Qué hace?
La pastoral carcelaria va construyendo Iglesia en medio de la cárcel, descubriendo a Dios que se hace presente en medio de ese lugar. A Dios nuestro Padre que se va manifestando en la vida de los privados y privadas de libertad. En lo práctico se comparte la vida con los internos, se hace una lectura orante de la Palabra de Dios y se vive un momento de oración. También se ha procurado contribuir con útiles de aseo y con materiales para que los internos puedan trabajar, como son telas, maderas, entre otros.
¿Cuál es la realidad de la cárcel en pandemia?
Cuando partió la pandemia, se vio esa incertidumbre que se vivió en todos los espacios, ese miedo. Una de las primeras decisiones de los hermanos y hermanas privadas de libertad fue la de renunciar a su visita, tenían dos días de visita a la semana. Algunos módulos se fueron aislando de todo ente externo.
Dada la suspensión de muchas actividades internas, colegio o talleres, actividades pastorales, lo difícil que se hace -sobre todo para los que son de más lejos- el ingresar elementos para trabajar, ha hecho que la cárcel se vuelva violenta. Hemos tenido episodios difíciles de violencia, donde hermanos privados de libertad han perdido la vida. Y resuena fuerte el recuperar humanidad, humanizar, darle dignidad a quien ha visto su dignidad perdida, dar una ocupación significativa a quien no ha sabido o no ha tenido las herramientas para modular cosas tan básicas como los sentimientos.
¿Qué opinas de la famosa frase “en Chile se encarcela la pobreza"?
Al recorrer los espacios carcelarios me fui dando cuenta que esta frase dicha por la hna. Nelly, Capellana de la cárcel de mujeres de San Joaquín, al Papa Francisco en 2018, describe lo que es la realidad de nuestras cárceles. Hombres y mujeres que nunca han estado insertos en la sociedad, que no han pasado por la formalidad de la educación, que han sido carentes de oportunidades tan básicas, donde su entorno no ha sido seguro.
¿Crees que en Chile se puede salir realmente de la cárcel? ¿Existe la reintegración?
Esta pregunta es difícil de responder, si pensamos en el privado de libertad común, quien ha vivido en el entorno delictual y que ese es su mundo, puesto que nunca ha pertenecido a la sociedad y a los parámetros o construcción que la sociedad ofrece. En otras palabras, el Estado nunca ha llegado ahí, nunca ha estado presente, ellos no han pertenecido a la sociedad. Por ello es interesante no hablar de reinsertar, sino de integrar.
¿Será que como sociedad somos indiferentes y la cárcel permite ignorar aquellos rostros que no queremos ver?
La cárcel es un espacio oculto. Solo teniendo la oportunidad de ingresar y compartir con los privados y privadas de libertad se descubre lo separado que se está, las normas y códigos distintos que se viven en las unidades penales.
Cuando llega un candidato presidencial con la promesa de que ha de acabar con la puerta giratoria, y propone como solución para acabar con la delincuencia penas más altas y efectivas de privación de libertad, nos hace asumir que las cárceles son un lugar donde se encierra todo aquello que no queremos.
La cárcel es reflejo de la cultura del descarte, de aquellos que simplemente hacemos no existir. Pues no tampoco queremos ver o hacernos cargo de aquellos que en nuestras poblaciones no son parte de la sociedad, sino que viven en otros códigos, y lo único que le ofrecemos al final del día es privarlos de libertad.
Si preguntáramos en el centro de las ciudades hoy a las personas que transitan, en qué piensan cuando se dice la palabra cárcel ¿Qué crees que responderían la mayoría?
Violadores y asesinos.
Si yo te pregunto qué es lo primero que piensas cuando digo la palabra “Cárcel” ¿Qué me responderías?
Deshumanización, esclavitud y pobreza.
“Porque estuve preso y me visitaste”, señala Cristo en un pasaje de los Evangelios, cuando se refiere al Juicio Final ¿Cómo sientes que estaríamos los cristianos de Valdivia en este aspecto si el Juicio se realizará ahora?
Respecto a este punto saldríamos con una respuesta muy negativa, si bien está presente en la orgánica pastoral de la diócesis y ha habido intentos de ofrecer el espacio carcelario como un espacio de misión tanto para movimientos o comunidades, la respuesta ha sido muy baja y/o nula. Y se entiende desde la cultura del descarte que vivimos, donde somos indiferentes a este espacio donde Dios se va haciendo presente como Padre amoroso que está dispuesto a ofrecer su amor misericordioso.
Tú te sumaste a un grupo de personas que ya visitaba la cárcel de Valdivia desde antes. Desde tu integración a este grupo de hermanos y hermanas, si ahora tuvieras que invitar a participar a más personas, ¿qué experiencia de esperanza y misericordia compartirías?
Para los hermanos y hermanas privadas de libertad, la presencia de alguien que viene desde su hogar a estar unas horas con ellos es importante, les respetan y los tratan con mucho cariño. Son capaces de abrir su corazón y sus afectos.
Las preguntas constantes durante este tiempo de pandemia, de cómo están las y los agentes pastorales que visitaban la cárcel.
Esos momentos de oración, donde los hermanos y hermanas privadas de libertad oran con sinceridad por aquellos que viven en situación de calle, por aquellos que pasan hambre y sufren.
Las comunidades parroquiales, los establecimientos educacionales católicos, la Iglesia de Valdivia, ¿de qué forma colaboran y se hace participe de este servicio, que es una expresión de toda la comunidad eclesial?
Tenemos el desafío y la oportunidad de construir iglesia en este espacio deshumanizado como es la cárcel; de proponer el Evangelio de Jesús como respuesta real a lo que aquí se vive; de dejarnos encontrar por Dios en la Cárcel, pues Él se revela y se da a conocer en este espacio.
La Iglesia católica a lo largo de todo Chile está desarrollando la iniciativa “Multiplicando la Solidaridad”, una plataforma a través de la cual las personas pueden apoyar diversas acciones sociales como comedores, acompañamiento de adultos mayores, entre otras. La Diócesis de Valdivia está participando a través de la campaña Felices los Misericordiosos, que busca apoyar con útiles de aseo a las personas privadas de libertad del Complejo Penitenciario en Valdivia. Si usted desea colaborar le invitamos a ingresar a www.multiplicandosolidaridad.cl
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