Obispo de Valdivia: “No vengo a la capilla como un individuo, como alguien solo o sola. Aquí estoy. Es que vengo con mi comunidad.”

En la inauguración del Capilla de Adoración Diurna, el pastor de la diócesis de Valdivia hizo un llamado a evitar la relación intimista e individualista al asistir a la adoración del Santísimo Sacramento.

El sábado 2 de octubre a las 19 horas tuvo lugar la Eucaristía con la cual se inició la Capilla de Adoración Diurna en la Diócesis de Valdivia. La celebración estuvo presidida por don Santiago Silva Retamales, Obispo de la Diócesis de Valdivia, acompañado por el presbítero Alexader Bohorquez Badell Vicario de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario y miembros de la comunidad.

La Capilla de Adoración Diurna quiere ofrecer un espacio de encuentro con Cristo Sacramentado a toda la comunidad diocesana de lunes a viernes entre 15 y 18 horas en el Tempo Rectorial San Francisco (Iglesia San Francisco). Esta experiencia se realizará hasta diciembre en que se evaluará su continuidad o su extensión en relación con la participación de las comunidades.  

En su homilía el padre Santiago explicó el relato de los discípulos de Emaús, señalando este como una respuesta de san Lucas a la pregunta de los discípulos ante la pregunta: ¿Cómo te vamos a escuchar? ¿Dónde te vamos a ver? ¿Cuál será tu presencia? Por eso en el relato se pueden observar 4 formas de presencia de Jesús. La primera en el relato de la vida. La segunda en la Sagrada Escritura. La tercera en la Eucaristía. Y finalmente la cuarta en la comunidad.

Tras esta explicación el Obispo de Valdivia animo a vivir la Adoración al Santísimo como un don en el que descubrimos la tercera presencia del Señor, la Eucaristía, y no como un deber que cumplir. También señaló la importancia de no acercarse de forma intimista e individualista a Cristo Sacramentado, sino ha tener conciencia de que vamos con la comunidad, en representación de la comunidad.

“Vengo a la capilla de adoración diurna para sentir la presencia de un Dios que camina conmigo, que hace la vida conmigo, que se hace peregrino conmigo, y que ríe cuando yo río. Y que sufre cuando yo sufro.”

Don Santiago Silva Retamales, Obispo de Valdivia

A continuación, ofrecemos la homilía de don Santiago Silva Retamales, en formato escrito.

 

Inauguración de Capilla de Adoración Diurna, 2 de octubre de 2021,

Templo San Francisco, Valdivia

 

Tomen asiento, por favor. Nos encontramos esta tarde celebrando la Eucaristía para iniciar una capilla de Adoración Diurna en esta comunidad de San Francisco. Tal cual como le decía al inicio de la Eucaristía, no se trata de un deber que cumplir, sino de un don que aceptar, y un don de Dios. Dios nos regala a su Hijo Sacramentado de lunes a viernes, de lunes a viernes, de 3 a 6 de la tarde, para poder adorarlo, para hablar con él. Para percibir su presencia.

Cuando los discípulos vivían con Jesús en Galilea, estaban con él, veían sus acciones y escuchaban sus palabras. La persona de Jesús los acompañaba y no tenían necesidad de otra presencia, porque la presencia de Jesús estaba con ellos, Jesús estaba presente con ellos. Cuando Jesús murió y resucitó, cuando Jesús se iba a ir al cielo, comenzaron a preocuparse aquellos discípulos: Si nosotros en Galilea, luego en Judea te veíamos, te escuchábamos, estábamos contigo y te vas al cielo y te vas junto a tu Padre ¿Cómo te vamos a escuchar? ¿Dónde te vamos a ver? ¿Cuál será tu presencia? Para resolver esta pregunta, Lucas escribe un precioso relato, Los discípulos de Emaús. Los discípulos de Emaús, en cuanto relato, tienen por trasfondo esta pregunta ¿Dónde te encontramos, Jesús? ¿Dónde estás? Si ya físicamente no estás con nosotros y ahora has triunfado sobre la muerte y el pecado, y has subido al cielo y estás sentado junto a tu Padre Dios ¿Dónde te encontramos?

 Lucas, al hacer el relato, nos dice que hay principalmente cuatro formas de presencia de Jesús. La primera es la vida. Recuerden el relato, aquellos discípulos no reconocen a Jesús mientras van camino a Emaús y Jesús les pregunta ¿Qué les ocurre? Y ellos relatan lo que les ocurre en el relato de la vida. Encontramos a Jesucristo porque la vida pertenece a Jesucristo, porque la historia del discípulo pertenece a Jesucristo. Relatar la vida es ya encontrarse con Jesucristo. Primera manera de presencia.

La segunda manera de presencia una vez que han relatado la vida, la decepción que tienen las dificultades para entender que Cristo realmente es el Mesías que tenía que sufrir, una vez que le han relatado eso, Jesús hace un recorrido por las Escrituras, por las Sagradas Escrituras y comenzando por los libros del Antiguo Testamento, siguiendo por los profetas, por los libros sapienciales, les revela lo que Dios había prometido a su pueblo Israel y que estaba contenido en las Escrituras. Hace una lectura cristológica centrada en Cristo, centrada en el Mesías de la Sagrada Escritura. La segunda presencia del Señor donde te encontramos, Señor ¿La Sagrada Escritura acaso no es palabra inspirada? ¿Acaso el Antiguo Testamento no contienen las promesas de Dios acerca del Mesías? ¿Acaso el Nuevo Testamento no nos cuenta la biografía de Jesús? Rasgos biográficos de Jesús, como Buena noticia de salvación. Ahí encuentras a Jesús.

Los discípulos Jesús quiere seguir, quiere continuar el camino. No, quédate aquí. Han llegado a Emaús. Quédate aquí, quédate con nosotros. Compartamos la mesa. Jesús tomó un trozo de pan y lo parte, fracción del pan. Esa expresión, fracción del pan, era la expresión que usaban los primeros cristianos para referirse a la Eucaristía. Partir el pan para compartir el pan y ese pan es Cristo. Partir a Cristo para compartir a Cristo de modo que toda la comunidad tenga la misma vida, la del Mesías muerto y resucitado, que hace de cada historia y de la historia de la comunidad una historia salvífica, una historia de salvación. La tercera manera de presencia de Jesús en la Eucaristía.

La cuarta manera. Los discípulos vuelven a Jerusalén. Emaús no es el lugar de ellos, el lugar propio del discípulo es Jerusalén. Allí Jesús ha muerto. Allí Jesús ha resucitado. Allí los discípulos están convocados para recibir el don del Espíritu. Vayan a Jerusalén, júntense en Jerusalén y esperen el don del Espíritu. Emaús no es el lugar del discipulado, es Jerusalén. Inmediatamente regresan a Jerusalén y se encuentran con una comunidad reunida que narra, que relata su experiencia de fe. Sí, todo comenzó con el relato de la experiencia de la vida, ahora todo termina con el relato de la experiencia de la fe. Hemos visto a Jesucristo. Hemos encontrado a Jesucristo. Jesús se encuentra en la comunidad, porque donde dos o más se juntan para orar, ahí estoy yo en medio de ellos. Jesús está en la comunidad.

Cuando nosotros hablamos de una capilla diurna, estamos hablando de una presencia muy particular. Según este relato de la tercera presencia, de la Eucaristía. Cuando vemos la hostia consagrada es Cristo presente, es su cuerpo presente. Es aquel cuerpo que recorría los caminos de Galilea con palabras que daban paz. Vengo a la capilla diurna para recibir la paz del Señor. Es aquel cuerpo que los caminos de Galilea regalaban la sanación de las enfermedades, la derrota de los espíritus impuros. Vengo a la capilla diurna para que el Señor también me regale aquella sanación que Él cree conveniente, que necesito, que según su voluntad es aquello que yo debo recibir. Aquí estoy, Señor, ¡para recibir tu palabra que provoca paz y alegría! Aquí estoy, Señor, adorando tu cuerpo, contemplando tu cuerpo para recibir la sanación, la salvación que tú quieres para mí. Es aquel cuerpo en Galilea que hace posible una paz enorme, un gozo enorme. Porque muestra, revela, la presencia del Padre, no la presencia del Dios Juez, no sólo la presencia del Dios Supremo Creador de todas las cosas, no sólo la presencia de un Dios poderoso y tremendo. Sobre todo, la presencia de un Dios que es padre y madre, de un Dios que nos acompaña, de un Dios que se hace peregrino. Vengo a la capilla de adoración diurna para sentir la presencia de un Dios que camina conmigo, que hace la vida conmigo, que se hace peregrino conmigo, y que ríe cuando yo río. Y que sufre cuando yo sufro. Porque es mi Dios y porque a Él le pertenezco.

El cuerpo de Jesucristo en Galilea convocaba multitudes, pero sobre todo convocada un grupo de discípulos, y esos discípulos se sabían hermanos y hermanas, porque el cuerpo de Jesús así se los manifestaba, así se los enseñaba, les inculcaba el sentido de fraternidad, de perdón, de acogida, de ayuda al necesitado de la comunidad. No vengo a la capilla como un individuo, como alguien solo o sola. Aquí estoy. Es que vengo con mi comunidad. Es que quien está adorando al Señor no es Juan, o Juana, o Raquel o Alberto. El que está adorando al Señor es la comunidad representada por aquella persona que está ante el Santísimo. Porque eso era lo que provocaba, lo que producía el cuerpo del Señor.

Como ven, cuando hablamos de adoración al Santísimo, no estamos hablando de una cosa intimista, personal, individualista. Estamos hablando de la esencia de nuestra fe. Estamos hablando de la presencia del Resucitado que hace posible la paz, la salvación, la comunidad. Que hace posible la construcción no sólo para mí, para todos, de la historia de la salvación. La invitación, entonces es a esto. A que podamos participar. Porque repito, no como deber, sino como don, que podamos participar de la adoración al Santísimo.

¿Cómo se hace? El padre Alexander ya seguramente lo ha explicado varias veces el cómo poder inscribirse. No se trata de un día, se trata de inscribirse todas las semanas, el mismo día y la misma hora. Esto de la capilla va a depender de ustedes. Va a depender de todos nosotros, particularmente de ustedes. Vamos a tener la capilla inaugurada hasta diciembre. En diciembre vamos a ver qué pasa, si realmente hay interés, hay personas que se inscriben y hay adoración al Santísimo de verdad, continuamos. Pero si esto no resulta, ahí tiene que quedar. Entonces también este don, tiene que ser responsabilidad comunitaria y no está solo abierta para las personas de esta comunidad. Pueden ser también cristianos, cristianas, de otras comunidades, de otras parroquias que se inscriban para poder estar presente en el horario que ellos se inscriben y que nunca el Señor quede solo, que esté siempre alguien presente con estas características de la que hemos conversado. Primero, se trata de una presencia, de una presencia viva de Cristo Sacramentado. Segundo, se trata de nuestra propia presencia, no como individuos, sino como comunidad que en la Diócesis de Valdivia caminamos construyendo el Reino. Esa es la invitación

Que el Señor y María Santísima nos ayuden a vivirla.


Diseñado y administrado Juan Latorre.