Con una homilía centrada en la identidad del cristiano, el Obispo de Valdivia, don Santiago Silva Retamales, presidio en la parroquia Inmaculada concepción de Río Bueno la Misa Crismal.
El martes 5 de octubre a las 12 horas en la parroquia Inmaculada Concepción de Río Bueno se vivió la Misa Crismal. Esta celebración se había pospuesto por motivo de la pandemia y las medidas sanitarias en el país, que obligaron a no realizarla en Semana Santa.
Durante la Administración Apostólica del padre Gonzalo Espina Peruyero, se tuvo que solicitar a obispos de diócesis cercanas que colaboraran en esta celebración, por lo que la de este año es también la primera en que nuestro pastor, don Santiago Silva Retamales, consagra el Santo Crisma y también bendice los oleos de los enfermos y el de los catecúmenos, para nuestra comunidad diocesana.
La identidad del cristiano fue el tema central de la reflexión que el padre Santiago realizó: “La misa crismal nos hace poner la mirada en nuestra identidad de cristianos y en nuestra misión de cristianos”. También en su homilía se refirió a la importancia de entender que es el bautismo lo que nos une a Cristo, y por ello nos da nuestra identidad más importante, la de cristiano: “Y si yo soy obispo y mis hermanos son sacerdotes, y mis hermanos son diáconos, no es porque eso sea lo más fundamental, lo más importante, lo más grandioso, lo más grandioso de todos nosotros es ser hijos de Dios, hijas de Dios. La primera crismación en el bautismo nos regaló nuestra vocación fundamental, nuestra vocación más importante, nuestra vocación de base.”
Al finalizar su homilía, el Obispo de Valdivia, enfatizó: “Y si tú, yo como bautizado, tenemos dificultades, saquemos la conclusión, nosotros como sacerdote, también tenemos dificultades. Y si tú eres un buen hermano, una buena hermana en la fe, ruegas por tus otros hermanos, les pedimos que ustedes rueguen por nosotros y que oren por nosotros, porque tenemos dificultades. Porque somos personas que caminamos entre la verdad y la mentira, que caminamos entre la luz y la oscuridad, que caminamos entre la fortaleza y la debilidad. Pero cuando somos fuertes, porque uno es fuerte. Cuando tenemos una comunidad que, con su oración, con su cariño, nos van respaldando. Cuando tenemos una comunidad con aquella crítica formativa que te va ayudando a crecer. Entonces somos fuertes. Y lo mismo pasa con todos los cristianos. Por eso somos pueblo, porque unos nos sostenemos a otros, porque las fortalezas de los fuertes nos ayudan a los que tenemos más debilidad.”
Esta celebración contó con la presencia de los presbíteros de toda la diócesis de Valdivia, quienes junto con recibir el Santo Crisma y los oleos para sus comunidades, además renuevan sus promesas contraídas en el día de su ordenación.
Disponemos a continuación una transcripción de la homilía realizada por don Santiago Silva Retamales, Obispo de Valdivia.
Misa Crismal, martes 5 de octubre de 2021,Parroquia Inmaculada Concepción, Río Bueno.
Nos hemos reunido esta mañana aquí en la parroquia de Rio Bueno, para celebrar nuestra misa crismal. Con motivo de la pandemia, el año pasado no se pudo hacer. Estamos reunidos los sacerdotes de la diócesis de Valdivia con algunos diáconos y con ustedes. Nosotros somos el pueblo de Dios.
La misa crismal es bien importante porque la Misa Crismal apunta a nuestra identidad. La misa crismal tiene que ver con Cristo. La misa Crismal tiene que ver con cristiano. La misa crismal nos hace poner la mirada en nuestra identidad de cristianos y en nuestra misión de cristianos.
Jesús de Nazaret, en Galilea, fue llamado, fue ungido, eso es lo que significa crisma. Crisma en griego significa ungir. Cristo en Galilea, Jesús de Nazaret en Galilea fue crismado, ungido como eran los hombres del Antiguo Testamento, pero con una diferencia grande, porque aquellos hombres del Antiguo Testamento eran ungidos con aceite para ser los sacerdotes, para ser los reyes. Cristo no fue ungido con aceite, Cristo fue ungido con el don del Espíritu que vino de parte del Padre y desde ese minuto en Jesús de Nazaret residió de modo pleno, completo el don del Espíritu. Es ese espíritu el que hace que Jesucristo realice la misión que el Padre le encomendó, desde ese preciso instante. Jesús va creando en torno a Él espacios de santidad, va haciendo corazones, va forjando corazones que vivan de la misericordia de Dios, del perdón de Dios, de la gracia del Padre. Porque su Espíritu, que es santo, va venciendo los espíritus impuros, va venciendo enfermedades, va venciendo pecados. Por eso Jesús de Nazaret es el Cristo, el Ungido.
Esta misma palabra Cristo, la podemos decir en hebreo y en hebreo lo tendríamos que decir Mesías, Jesús es el Mesías. Cuando decimos Jesús es el Mesías, lo decimos en hebreo está ungido. Cuando decimos Jesús es el Cristo, lo decimos en griego está ungido. Pero es lo mismo. Esta es la condición fundamental de Cristo Jesús, del Nazareno ungido con el don del Padre para ofrecer la salvación.
¿Qué pasa entre nosotros? Nosotros comenzamos a ungirnos. Fíjense que toda nuestra vida cristiana está marcada por la unción ¿Cuál es la primera unción que recibimos? El bautismo. En el bautismo somos ungidos ¿Por qué? Porque Cristo, por la unción se traspasa a nosotros ¿Y cómo se traspasa a nosotros? Se traspasa como hijo de Dios. Por eso en la unción del bautismo somos hechos hijos e hijas de Dios, porque el bautismo nos sumerge en Cristo. O, dicho de otro modo, porque Cristo se sumerge en nosotros y se sumerge en nosotros como Hijo de Dios. Comenzamos con una identidad nueva gracias al crisma. Ese día Cristo nos hace cristianos gracias al crisma.
Comenzamos con una identidad nueva gracias al crisma. Ese día Cristo nos hace cristianos gracias al crisma. Comenzamos nuestro proceso cristiano. Comenzamos nuestro proceso de filiación, porque el padre me ha hecho hija, hijo de Dios. Comenzamos nuestro proceso de fraternidad, porque todos los que tenemos la misma vida del Padre somos hermanas, somos hermanos. Comenzamos entonces nuestro crecimiento en Cristo, tal cual como lo indica San Pablo. Pero necesitamos otra crismación. Y esa crismación ocurre en la confirmación, una vez más somos ungidos, somos crismados. Pero si en el bautismo somos crismados para poder participar de Cristo o para poder tener a Cristo en cuanto Hijo de Dios, en la confirmación para tener a Cristo como testigo del Padre. Por eso la confirmación o el crisma que recibimos en la Confirmación nos hace testigos del Señor Jesús. Testigos del Reino del Padre. Y comenzamos entonces un proceso nuevo. Si antes el proceso era sé buen hijo de Dios, buena hija de Dios, sé buen hermano, hermana de los demás. Ahora comienza a ser buen testigo, insértate a las realidades del mundo en la vida cotidiana, en todo lo que tengamos que hacer y que los otros descubran que en ti hay algo nuevo, Cristo resucitado presente en ti. Cristo que perdona pecados, presenta en ti. Cristo que alienta la esperanza, presente en ti. Cristo, que confirma la alegría presente en ti. No vayas por el mundo con caras raras, con corazones indispuestos, con un alma amargada. Si fuiste crismado en la confirmación, fuiste ungido con un Cristo que da testimonio alegre del Padre. No tienes derecho a ir por el mundo lleno de tristeza y amargura, ese no es el cristiano. No estás viviendo el proceso de tu confirmación. Ese no es el cristiano. Pero no todo se acaba aquí, tenemos crisma en el bautismo. Tenemos crisma en la confirmación. Pero no todo se acaba aquí.
Necesitamos a algunos que nos ayuden a encontrar a Jesús. Necesitamos el servicio de algunos, para que esos favorezcan nuestra vocación fundamental, qué es ser cristiano. Lo digo de otro modo, necesitamos obispos, sacerdotes, diáconos, para que ellos nos ayuden a ser mejores cristianos. No los necesitamos porque la vocación de ellos obispos, sacerdotes y diáconos sea la más importante. Esa no es la vocación más importante, la vocación más importante es ser cristiano. Y si yo soy obispo y mis hermanos son sacerdotes, y mis hermanos son diáconos, no es porque eso sea lo más fundamental, lo más importante, lo más grandioso, lo más grandioso de todos nosotros es ser hijos de Dios, hijas de Dios. La primera crismación en el bautismo nos regaló nuestra vocación fundamental, nuestra vocación más importante, nuestra vocación de base. Pero necesitamos a estos obispos, a estos sacerdotes, a estos diáconos, que nos anuncien la Palabra del Señor, que nos expliquen la Sagrada Escritura, que nos construyan la Eucaristía, que nos ayuden a construir la comunidad, que nos ayuden a discernir los tiempos de hoy, para caminar como pueblo de Dios. Y por eso el crisma, de nuevo el crisma, pero ahora se recibe a Cristo, no como Hijo de Dios, eso es el bautismo. Se recibe a Cristo no como testigo del Padre, eso es la confirmación. Ahora se recibe a Cristo como sacerdote, como sumo y eterno sacerdote. Por eso los que hemos recibido el sacramento del Orden hemos recibido a Cristo gracias al crisma, como sacerdote para el servicio de todo el Pueblo de Dios.
¿Qué es la Iglesia? La Iglesia es un pueblo de cristianos ¿Por qué la Iglesia es un pueblo de cristianos? Porque hemos recibido el crisma, hemos sido ungidos con el crisma que nos concedió, que puso en nuestra existencia, que puso en nuestra historia al Cristo, es decir, a Jesucristo, Hijo de Dios, mesías, profeta, salvador. Somos un pueblo cristiano, gracias al crisma. Por eso estamos celebrando esta Eucaristía, y por eso esta Eucaristía nos recuerda nuestra identidad y nuestra misión. Esto lo más importante de cada uno de nosotros, el Padre, en su infinita misericordia, nos ungió con Jesucristo por el don del Espíritu Santo. Nos crismó con Cristo, por el don del Espíritu Santo. Y eso es lo que tenemos que agradecer, y a eso siempre tenemos que mirar, contemplar, porque va fijando nuestro proceso de crecimiento. Y así como el bautizado tiene un proceso de crecimiento, y el confirmado tiene un proceso de crecimiento, también nosotros los sacerdotes tenemos un proceso de crecimiento. Y si tú, yo como bautizado, tenemos dificultades, saquemos la conclusión, nosotros como sacerdote, también tenemos dificultades. Y si tú eres un buen hermano, una buena hermana en la fe, ruegas por tus otros hermanos, les pedimos que ustedes rueguen por nosotros y que oren por nosotros, porque tenemos dificultades. Porque somos personas que caminamos entre la verdad y la mentira, que caminamos entre la luz y la oscuridad, que caminamos entre la fortaleza y la debilidad. Pero cuando somos fuertes, porque uno es fuerte. Cuando tenemos una comunidad que, con su oración, con su cariño, nos van respaldando. Cuando tenemos una comunidad con aquella crítica formativa que te va ayudando a crecer. Entonces somos fuertes. Y lo mismo pasa con todos los cristianos. Por eso somos pueblo, porque unos nos sostenemos a otros, porque las fortalezas de los fuertes nos ayudan a los que tenemos más debilidad.
Que el Señor nos ayude a caminar así, conscientes de que somos un pueblo cristiano, es decir, un pueblo crismado, porque llevamos en las entrañas al Cristo, nuestro Salvador.
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