Como parte de las actividades de la Escuela de Verano, la diócesis de Valdivia celebró un encuentro diocesano con el fin de agradecer al Señor por lo vivido durante estos meses, y pedir por la elección del obispo que la diócesis necesita.
Alrededor de 300 personas se reunieron para orar en comunidad por la diócesis, dar gracias y pedir al Señor por su pastor. Este encuentro comenzó con una breve muestra fotográfica con el fin de reconocer las diversas comunidades, movimientos y parroquias presentes en la diócesis, con el fin de profundizar en el carácter de Iglesia diocesana. A continuación el padre Gonzalo Espina, Administrador Apostólico de la sede vacante de Valdivia, presidio la Eucaristía.
Este encuentro se realiza por primera vez y quiere instalarse como una tradición en la diócesis, la que luego de formarse durante la semana de la Escuela de Verano, quiere finalizar con una acción de gracias que involucre a toda la comunidad diocesana. Al respecto, el padre Gonzalo Espina agradeció a los presentes, sobre todo a quienes llegaron de comunas más lejanas como Río Bueno, Paillaco y Lago Ranco por hacerse presentes.
Esta celebración marcó el fin de la XXII Escuela de Verano de la diócesis de Valdivia, que contó con la participación de cerca de 200 personas en distintos talleres.
Destacó la masiva participación en el taller del padre Pedro Gil, “Acompañar los procesos humano-creyentes en los jóvenes”, con más de 70 personas. Señalar que uno de los objetivos de los talleres que se realizaron este año fue relacionarlos a las pastorales presentes en la diócesis con el fin de fortalecer el trabajo pastoral.
HOMILIA ENCUENTRO DIOCESANO
JUNTOS SEGUIMOS AL SEÑOR QUE NOS AMÓ Y ENSEÑÓ A AMAR
1Jn 3, 11-21. Sal 99, 1-5. Jn 1, 43-51
Colegio Salesiano. Valdivia, 5 de enero 2018
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos aquí porque algún día Jesús salió a nuestro encuentro y nos dijo: “Sígueme”, como le pasó a Felipe de Betsaida, según nos dice el Evangelio que acabamos de escuchar,. Seguramente, también en nuestra historia, ha habido algún Felipe que, como a Natanael, nos dijo que había encontrado a Jesús. Quizá pusimos peros… “¿de Nazaret puede salir algo bueno?” (Quizá hoy nos digan “¿de la Iglesia puede salir algo bueno?” Y ello desde el desconocimiento y la imagen tantas veces distorsionada). Sin embargo accedimos a la invitación: “ven y verás”, es decir a conocer directamente al Señor. Nos quedamos, como Natanael, tras un increíble encuentro con Jesús, descubriendo, que nos conocía y amaba incondicionalmente. Así iniciamos una aventura de fe y de amor, la aventura del seguimiento de Jesús… Así es que, estamos aquí, como discípulos misioneros…
Todos tenemos vocación de seguidores… y en el año pastoral que terminamos, trabajamos especialmente el tema vocacional e intensificamos la oración por las vocaciones y ministerios. Fruto de ello nos hemos propuesto un trabajo más coordinado de todos los servicios y realidades que tienen que ver con los jóvenes. Consideramos a los jóvenes como una prioridad permanentemente pero queremos dar un impulso especial este año que se celebrará el Sínodo de los Jóvenes. Vivimos con alegría y esperanza la inquietud e interés vocacional de algunos jóvenes y, particularmente, la Ordenación Presbiteral de Diego Gallardo, Misionero de la Preciosa Sangre, quien viene sirviendo en nuestra diócesis en la parroquia y en la cárcel.
Queremos seguir llamando a formarse para los diversos ministerios en los campos de la Liturgia (Ministros extraordinarios Comunión, Lectores, etc), de la Palabra (Catequistas, Educadores, etc.) y la Caridad (atención a enfermos, mayores, privados libertad, migrantes, etc). Por supuesto seguiremos llamando al Diaconado y Presbiterado. Necesitamos muchos corazones, pies y manos…, para servir.
Y…, hemos ido “viendo cosas mayores”. Nos hemos sentido amados y salvados. Sabiendo de dónde venimos y a dónde vamos. La vida se fue cargando de sentido, con la misión de vivir y comunicar la alegría del Evangelio, con la tarea de construir el Reino de Dios ya aquí, sabiendo que un día gozaremos de él en plenitud. Nos fuimos experimentando más capaces de amar, por la fuerza del Espíritu de Dios derramado en nuestros corazones, siguiendo a Aquel que nos amó primero y entregó su vida por nosotros. Siguiendo al Señor que vino para que tengamos vida en abundancia…, para que vivamos un gozo que nadie nos podrá quitar…, para que hagamos partícipes a los demás de la alegría del Evangelio.
Sí, hermanos, es cosa de vida o muerte, por eso les invito a pensar: ¿Cuánto de vivos o de muertos estamos? La misión de Jesús iniciada en el gran acontecimiento de la Encarnación que estamos celebrando, y que culminó en su Pascua de Resurrección, consiste en ayudarnos a pasar de la muerte a la vida. Y ¿cómo vamos sabiendo que estamos haciendo este camino? Nos lo ha dicho la primera lectura: “Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte… No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”. Así que, la pregunta sobre ¿cuánta vida? se transforma en la pregunta por ¿cuánto amor? Y, nos dice San Juan, “hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros”.
Amar es tener y dar vida. Lo nuestro es amar, es servir, como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo. Amar y mover los corazones al amor es la gran característica del liderazgo de Jesús y de sus seguidores. Un liderazgo cristiano, que de acuerdo a nuestras Orientaciones Pastorales, es la línea que nos corresponde profundizar este año.
Queremos celebrar esta tarde como Iglesia Diocesana, en la Eucaristía, que es fuente y culmen de nuestra vida cristiana, una profunda Acción de Gracias al Padre, por el don de su Hijo Jesús, en quien nos amó hasta el extremo. Amor actual, aquí y ahora, que se sigue prodigando a través de tantos dones recibidos. Y, agradecidos, queremos seguir ofreciendo nuestra vida al Señor. Queremos vivir una vida Eucarística, en acción de gracias y en ofrenda. Vida Eucarística que profundizaremos con toda la Iglesia chilena que este 2018 celebrará un Congreso Eucarístico.
Queremos sentir y vivir que “Juntos hacemos Iglesia”. Por ello, junto a la ordinaria atención a la propia comunidad, movimiento, capilla o parroquia, necesitamos crecer en experiencia y conciencia de Iglesia Diocesana. Somos la Iglesia que peregrina en Valdivia. Quizá este momento de “sede vacante” sea una ocasión propicia para crecer en ello. Personalmente, quiero agradecer toda la colaboración, apoyo y oración, que me brindan. Y el trabajo que todos han seguido realizando con entusiasmo y generosidad. Esto muestra la madurez de nuestra Iglesia diocesana y de todos sus agentes pastorales… Muestra que sabemos asumir la vocación y ministerio propio, más allá de quien nos presida…
Pero, como dice el Concilio Vaticano II (CD 11): “La diócesis es una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, unida a su pastor y congregada por él en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica”.
Necesitamos un Obispo, con todo el significado apostólico (sucesión apostólica), sacramental (plenitud del sacerdocio) y pastoral (pastor propio). Vivimos un tiempo de administración apostólica, en nombre el Papa, supliendo la falta de Obispo; con un administrador que asume las competencias y obligaciones del Obispo diocesano pero, lógicamente, con algunas restricciones, propias de su interinidad, y propias de quien no tiene el Orden del Episcopado. Lógicamente no debería prolongarse mucho este tiempo de provisionalidad
Nuestra diócesis tiene una rica historia y damos gracias a Dios por todos cuantos han vivido y servido en ella desde su creación. Así recordamos a nuestro último Obispo, D. Ignacio, ahora sirviendo a la Iglesia que peregrina en Antofagasta. Recordamos a tantos sacerdotes que se han entregado generosamente. Recordamos a los hermanos diáconos y a tantos laicos que con entrega generosa han construido esta diócesis. Y hoy seguimos llenos de riquezas, especialmente la fidelidad y entrega de ustedes y de tantos otros hermanos… Al mismo tiempo estamos necesitados de tantas cosas… sobre todo vocaciones, recursos, etc.
Pero hoy, al tiempo que damos gracias por toda la historia diocesana y por el camino realizado estos más de 4 meses de “sede vacante”, queremos pedir al Señor que nos envíe el Obispo que nos falta, el Obispo que nuestra Iglesia necesita en estos tiempos. Queremos disponer el corazón para la espera confiada del Obispo que, a través de la mediación de la Iglesia, Dios nos dé. Confiamos en la fuerza de la oración y por ello pedimos especialmente en esta Eucaristía, pero queremos permanecer en esta oración todo el tiempo que dure la espera.
Ciertamente vivimos un Adviento prolongado, en la espera del Papa Francisco, con toda le Iglesia de Chile. Y, particularmente, en espera de un nuevo Obispo como Iglesia Diocesana.
Les invito hermanos a seguir celebrando el amor de Dios, el amor que, juntos como Iglesia, vamos viviendo. Amor que recibimos y que queremos seguir entregando, como Iglesia servidora de todos. Así sea.
Gonzalo Espina Peruyero
Adm. Apostólico de Valdivia
Esta actividad ofrece a los agentes pastorales y a todo interesado un espacio de formación en diversos temas de actualidad. Este año se han preparado 11 talleres que tratan desde el acompañamiento a migrantes y jóvenes, hasta el profundizar en el pensamiento del Papa Francisco.
A las 19:30 horas en el Instituto Salesiano de Valdivia se dio inicio a la XXII Escuela de Verano de Valdivia. Los cursos que mayor interés captaron este año han sido: “Liderazgo Cristiano para los tiempos de hoy”, “La Iglesia, hospital de esperanza” y “Acompañar los procesos humano-creyentes en jóvenes”. El primero estuvo a cargo del padre Gonzalo Espina quien invita adentrarse en lo que será el acento pastoral que como diócesis de Valdivia hemos trazado para este año. El segundo a cargo del padre Nelson Huaiquimil, ofrece un acercamiento a la imagen de una Iglesia de Esperanza, que acompaña y envía, especialmente pensado para personas que están en contacto con su propio sufrimiento u acompañan a otros. Finalmente el curso con mayor asistencia es el guía el padre Pedro Gil, en el que se busca preparar a profesores, encargados y diversas personas que acompañan jóvenes, para avanzar hacia un Pastoral Juvenil acorde a los tiempos actuales.
La Escuela de Verano continua durante los días 3 y 4 de enero, a las 19:30 horas, ofreciendo diversos temas, como el acompañamiento de los hermanos migrantes, la formación en catequesis, la educación en el pensamiento del Papa, la familia cristiana de hoy, entre otros talleres que buscan acercarnos y prepararnos para estar presentes en todas las realidades de nuestra diócesis.
Reiteramos la invitación para este viernes 5 de enero, en que se llama a participar de un encuentro diocesano que nos quiere reunir para agradecer a Dios por la vida de la diócesis de Valdivia, y también pedir por su futuro obispo y por la próxima visita del Papa Francisco. Este encuentro se realizará en el Instituto Salesiano de Valdivia a las 19:30 horas.
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