Estos fueron los ejes centrales de la predica que el Obispo de Valdivia ofreció a los presbíteros en la Eucaristía final de su retiro espiritual realizado durante la semana en la Casa de ejercicios Casa Ejercicios Espirituales Zenta Mayer.
Desde el lunes 22 hasta el jueves 25, se vivió en la Casa de Ejercicios Espirituales Zenta Mayer de la diócesis de Valdivia, el retiro anual que viven los presbíteros, acompañados por nuestro pastor, don Santiago Silva Retamales, Obispo de Valdivia. El encuentro reunió a todo el presbiterio que sirve en el territorio diocesano.
En la Eucaristía con la que se finalizó y agradeció por los días vivido, el Obispo de Valdivia invito a vivir el retiro espiritual como una oportunidad para volver a empezar y reencontrarnos con Cristo. Animo a los presbíteros a vivir a Cristo como acontecimiento, una persona que acontece y no es una idea. También señaló la importancia de contemplar a Cristo como misterio. Finalmente descubrir a Cristo como presencia. Estos tres elementos extraídos del documento de Aparecida, y orientados a la renovación en el ministerio.
Hay que señalar que este el primero retiro espiritual con el presbiterio diocesano en que participa el actual Obispo de Valdivia, don Santiago Silva Remales.
Con una Eucaristía marcada por el reencuentro, la Diócesis de Valdivia celebró la fiesta de su patrona, Nuestra Señora del Rosario.
El 7 de octubre a las 19:00 horas la Diócesis de Valdivia celebró a su patrona, Nuestra Señora del Rosario, con una Eucaristía presidida por don Santiago Silva Retamales. El pastor diocesano estuvo acompañado por presbíteros de todo el territorio diocesano, así como por agentes pastorales integrantes de consejos parroquiales, movimientos y pastorales.
La celebración estuvo marcada por el reencuentro, puesto que hace más de un año que no se realizaban Eucaristías presenciales con representantes de toda la diócesis en el templo Catedral. Un signo relevante fue la revelación de un cuadro, acciones que acompañaron toda la Misa, y que al finalizar daba cuenta de una imagen del frontis de la Catedral Valdiviana.
En su homilía el pastor de Valdivia reflexiono sobre tres disposiciones que Jesús pide a una comunidad eclesial: Acción, Discernimiento y Oración. Las comunidades eclesiales están llamadas a la acción, “pasa a ofrecer soluciones concretas desde el Evangelio, con el Evangelio”. La acción no es posible sin el discernimiento, sin entender el mundo de hoy, la “historia sale a nuestro encuentro con sus cosas positivas y sus cosas negativas. Las personas están allí caminando por la plaza, comprando, yendo y viniendo, yendo a sus casas y a sus trabajos. Cada cual con su carga de alegría y de pesadumbre ¿Los conocemos? ¿Sabemos cómo ofrecerles a Jesús?”. Finalmente, el padre Santiago Silva Retamales señaló la importancia de la oración, sin la cual discernimiento y acción no son posibles pues la “oración se va a hacer fecunda porque la estás haciendo en el principio de fecundidad de Dios, y el principio de fecundidad de Dios es el Espíritu”.
A continuación, ofrecemos una transcripción completa de la homilía realizada por don Santiago Silva Retamales con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario:
Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, jueves 7 de octubre de 2021, Templo Catedral de Valdivia, Chile
Nos hemos reunido esta tarde para celebrar a nuestra patrona, la patrona de nuestra diócesis, Nuestra Señora del Rosario. Se trata de una comunidad eclesial, que tiene todas las características propias de la Iglesia, porque tenemos carismas, tenemos ministerios, porque tenemos laicos y laicas, porque tenemos una tarea que cumplir, porque participamos de la misma misión de la Iglesia universal, de la misma vocación de la Iglesia universal. Somos de verdad, somos realmente una comunidad eclesial. No cualquier comunidad eclesial, como todas las comunidades eclesiales estamos en camino, y si estamos en camino, hay cosas positivas y hay cosas que no son tan positivas en nuestra comunidad eclesial. Y como toda comunidad eclesial, vivimos en el mundo, y somos personas humanas, hombres y mujeres que nos movemos en la historia, en una historia que muchas veces nos tienta y caemos en el mal. Una historia difícil, complicada, a la que muchas veces no sabemos cómo responder, o respondemos tarde. o simplemente no respondemos desde el Evangelio. Pero todos nosotros, nuestras propias comunidades que constituyen esta comunidad eclesial de Valdivia, hemos experimentado la gracia de Dios, la fortaleza de Dios, el amor del Padre.
La lectura de hoy, tomada del capítulo 11 de San Lucas, ilustra cómo debe ser una comunidad eclesial, aunque el texto no está dirigido precisamente a hablarnos de la Iglesia, el texto habla más bien de la oración. El tema central del texto que acabamos de proclamar de Lucas es la oración. Pero les invito a que hagamos una lectura eclesial de este texto, que este texto lo apliquemos a nuestras comunidades y a esta comunidad a la que todos pertenecemos. Diócesis de Valdivia, Iglesia que vive su fe en Valdivia.
Una de las primeras disposiciones que se nos pide es estar atentos para actuar. Un hombre ya acostado con su familia le llega un vecino amigo, "Oye, dame pan. ¿Cómo me molestas a esta hora? No me molestes a esta hora, ya estamos acostado", pero es tal la insistencia del amigo que termina dándole pan. Una comunidad eclesial vive siempre dispuesta para la acción, dispuesta para la acción, dispuesta para proveer lo que el otro necesita. Una comunidad eclesial se pone a la escucha de las situaciones de la vida y no solo se queda en teorías, diagnósticos, análisis. Pasa a la obra, pasa a ofrecer soluciones concretas desde el Evangelio, con el Evangelio. Es tan importante la obra, las acciones, que Jesús dice "Oye, déjate de decir Señor, Señor, Señor, eso a mí no me sirve, porque si no eres capaz de hacer la voluntad del Padre, si no eres capaz de hacer la voluntad del Padre, esto no me sirve". No basta decir Señor, señor. Es una de las características que hoy necesitamos cada vez más en nuestras comunidades eclesiales disposición y acción.
Luego Jesús les dice a los suyos ¿Quién de ustedes, si su hijo le da, le pide un pan, le va a dar una culebra, una araña? La comunidad eclesial da lo mejor de sí. Da lo mejor de sí. No estamos para dar cosas malas porque no las poseemos, de Cristo no poseemos nada malo, de Cristo poseemos luz, entreguemos luz de Cristo, poseemos verdad, entreguemos verdad. Pero se requiere un proceso de conversión personal. Cada uno de nosotros, y nosotros como comunidad, de modo que Jesucristo está en el centro de nuestro proyecto personal y comunitario. Entonces lo que va a brotar de nosotros es el mismo Cristo es Jesús luz, Jesús verdad. Es imposible que podamos entregar el mal cuando estamos revestidos del bien, cuando somos nuevas criaturas ¿Cuándo entregamos el mal? Cuando no somos nuevas criaturas. Cuando seguimos viviendo en una historia antigua, teniendo una historia nueva. Cuando seguimos viviendo en historias de muerte, cuando se nos han regalado historias de vida. Cuando seguimos viviendo en tristeza y angustias, cuando lo que nos tiene que animar es la esperanza de la vida futura, la esperanza del encuentro con el Señor. Esto es lo segundo, de una comunidad eclesial, la conversión personal y la capacidad de entregar lo mejor de sí.
Luego, Jesús pide discernimiento. Que se den cuenta de lo que tienen que entregar, que vayan buscando el camino adecuado para entregarlo adecuado. Siempre, en todo momento es difícil y bonito vivir la vida cristiana, pero me da la impresión de que hoy es más difícil que nunca. Las situaciones en las que vivimos son complicadas, todo es bastante más oscuro, bastante más complicado. Es cierto que hay muchas luces de esperanza, hay mucha gente con un corazón muy bueno. Pero no los percibimos, de repente, no los conocemos. Entonces la tarea del discernimiento se hace imprescindible para poder responder a lo que el Señor hoy nos está pidiendo. La historia sale a nuestro encuentro con sus cosas positivas y sus cosas negativas. Las personas están allí caminando por la plaza, comprando, yendo y viniendo, yendo a sus casas y a sus trabajos. Cada cual con su carga de alegría y de pesadumbre ¿Los conocemos? ¿Sabemos cómo ofrecerles a Jesús? ¿Entendemos que tenemos que hacer para ofrecer a Jesucristo? De allí la importancia del discernimiento.
Ya no basta hacer lo que hacíamos antes. Antes nos resultaban las procesiones, hoy no sé si nos resultará. Antes nos resultaban las adoraciones al Santísimo y la Iglesia se llenaba ¿Hoy eso nos va a resultar? ¿No tenemos que buscar formas nuevas para ponernos en medio de ellos, todos nosotros en medio de ellos, mostrando un Cristo resucitado? Pero para eso, se requiere discernimiento y al final la oración. No podemos hacer discernimiento sin oración. No podemos ofrecer el bien sin oración. Jesús les enseña a los suyos a orar y les regala una relación impensada, impensada. Cuando ustedes se dirijan a Dios, vivan de Padre. ¡Cuando ustedes se dirijan a Dios, díganle, Padre! Y Mateo coloca algo que Lucas no tiene, díganle, Padre nuestro. Un Dios que es tu padre. y porque ofrece una misma vida para todos nos hace hermanos, es un Dios nuestro, es un Padre nuestro. Y esto es lo que hace la comunidad eclesial.
Nosotros somos un cuerpo, nosotros somos una comunidad de hermanos, porque todos tenemos la misma vida de Dios. Y como hermanos tenemos que respetarnos, y como hermanos tenemos que ayudarnos unos a otros, y como hermanos tenemos que caminar juntos, cada cual, con sus carismas, cada cual, con sus características peculiares, pero todos aportando lo mejor de sí para la unidad en la comunión de la comunidad. Eso no se hace sin oración. Sin ponerse frente a Jesús, para que comience yo a estar en Jesús, y para que Jesús comience a estar en mí. Orar es comulgar. Orar es entrar en comunión. Orar es tratar de amistad con el mejor de los amigos. Orar es tratar fraternalmente con el mejor de los hermanos, Jesucristo.
Entonces cada vez más nos vamos impregnando del Señor. Y Lucas dice ¿Por qué no piden lo mejor para poder orar? Pidan lo mejor para poder orar. Señor, yo me voy a la oración porque necesito salud. Me voy a la oración porque necesito solucionar algún problema. Me voy a la oración para que para que me saques de la tristeza. Eso está muy bien, pero no es lo mejor, Lucas nos dice ¿Sabes lo que es lo mejor? El Espíritu Santo, pide el don del Espíritu. Que la oración esté inspirada del Espíritu. Que la oración sea hecha en el Espíritu Santo. Y no le pidas ninguna otra cosa a Dios, porque si fuiste capaz de ponerte en el Espíritu para orar, Dios te va a dar lo que tú quieras, lo que tú necesitas. La oración se va a hacer fecunda porque la estás haciendo en el principio de fecundidad de Dios, y el principio de fecundidad de Dios es el Espíritu. El Espíritu es el que hace todas las cosas nuevas, hace todo fecundo. Limpia la historia. Renueva la vida. Te hace ver significados que antes no tenías. Te hace comprender situaciones que antes no comprendías. Gracias al Espíritu.
Estas comunidades eclesiales necesitamos construir hoy. Esta tiene que ser nuestra comunidad eclesial que camina en Valdivia. Nuestros énfasis pastorales hacia allá apuntan, especialmente al discernimiento y a la sinodalidad. Hacia allá apuntan para que podamos caminar como un pueblo de hermanos alegres, por qué nuestro Señor ha resucitado. Hoy nos refugiamos en el manto de Nuestra Señora del Rosario. Para que ella nos anime, no fortifique y como madre cuide en nosotros el amor por su hijo.
En la inauguración del Capilla de Adoración Diurna, el pastor de la diócesis de Valdivia hizo un llamado a evitar la relación intimista e individualista al asistir a la adoración del Santísimo Sacramento.
El sábado 2 de octubre a las 19 horas tuvo lugar la Eucaristía con la cual se inició la Capilla de Adoración Diurna en la Diócesis de Valdivia. La celebración estuvo presidida por don Santiago Silva Retamales, Obispo de la Diócesis de Valdivia, acompañado por el presbítero Alexader Bohorquez Badell Vicario de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario y miembros de la comunidad.
La Capilla de Adoración Diurna quiere ofrecer un espacio de encuentro con Cristo Sacramentado a toda la comunidad diocesana de lunes a viernes entre 15 y 18 horas en el Tempo Rectorial San Francisco (Iglesia San Francisco). Esta experiencia se realizará hasta diciembre en que se evaluará su continuidad o su extensión en relación con la participación de las comunidades.
En su homilía el padre Santiago explicó el relato de los discípulos de Emaús, señalando este como una respuesta de san Lucas a la pregunta de los discípulos ante la pregunta: ¿Cómo te vamos a escuchar? ¿Dónde te vamos a ver? ¿Cuál será tu presencia? Por eso en el relato se pueden observar 4 formas de presencia de Jesús. La primera en el relato de la vida. La segunda en la Sagrada Escritura. La tercera en la Eucaristía. Y finalmente la cuarta en la comunidad.
Tras esta explicación el Obispo de Valdivia animo a vivir la Adoración al Santísimo como un don en el que descubrimos la tercera presencia del Señor, la Eucaristía, y no como un deber que cumplir. También señaló la importancia de no acercarse de forma intimista e individualista a Cristo Sacramentado, sino ha tener conciencia de que vamos con la comunidad, en representación de la comunidad.
“Vengo a la capilla de adoración diurna para sentir la presencia de un Dios que camina conmigo, que hace la vida conmigo, que se hace peregrino conmigo, y que ríe cuando yo río. Y que sufre cuando yo sufro.”
Don Santiago Silva Retamales, Obispo de Valdivia
A continuación, ofrecemos la homilía de don Santiago Silva Retamales, en formato escrito.
Inauguración de Capilla de Adoración Diurna, 2 de octubre de 2021,
Templo San Francisco, Valdivia
Tomen asiento, por favor. Nos encontramos esta tarde celebrando la Eucaristía para iniciar una capilla de Adoración Diurna en esta comunidad de San Francisco. Tal cual como le decía al inicio de la Eucaristía, no se trata de un deber que cumplir, sino de un don que aceptar, y un don de Dios. Dios nos regala a su Hijo Sacramentado de lunes a viernes, de lunes a viernes, de 3 a 6 de la tarde, para poder adorarlo, para hablar con él. Para percibir su presencia.
Cuando los discípulos vivían con Jesús en Galilea, estaban con él, veían sus acciones y escuchaban sus palabras. La persona de Jesús los acompañaba y no tenían necesidad de otra presencia, porque la presencia de Jesús estaba con ellos, Jesús estaba presente con ellos. Cuando Jesús murió y resucitó, cuando Jesús se iba a ir al cielo, comenzaron a preocuparse aquellos discípulos: Si nosotros en Galilea, luego en Judea te veíamos, te escuchábamos, estábamos contigo y te vas al cielo y te vas junto a tu Padre ¿Cómo te vamos a escuchar? ¿Dónde te vamos a ver? ¿Cuál será tu presencia? Para resolver esta pregunta, Lucas escribe un precioso relato, Los discípulos de Emaús. Los discípulos de Emaús, en cuanto relato, tienen por trasfondo esta pregunta ¿Dónde te encontramos, Jesús? ¿Dónde estás? Si ya físicamente no estás con nosotros y ahora has triunfado sobre la muerte y el pecado, y has subido al cielo y estás sentado junto a tu Padre Dios ¿Dónde te encontramos?
Lucas, al hacer el relato, nos dice que hay principalmente cuatro formas de presencia de Jesús. La primera es la vida. Recuerden el relato, aquellos discípulos no reconocen a Jesús mientras van camino a Emaús y Jesús les pregunta ¿Qué les ocurre? Y ellos relatan lo que les ocurre en el relato de la vida. Encontramos a Jesucristo porque la vida pertenece a Jesucristo, porque la historia del discípulo pertenece a Jesucristo. Relatar la vida es ya encontrarse con Jesucristo. Primera manera de presencia.
La segunda manera de presencia una vez que han relatado la vida, la decepción que tienen las dificultades para entender que Cristo realmente es el Mesías que tenía que sufrir, una vez que le han relatado eso, Jesús hace un recorrido por las Escrituras, por las Sagradas Escrituras y comenzando por los libros del Antiguo Testamento, siguiendo por los profetas, por los libros sapienciales, les revela lo que Dios había prometido a su pueblo Israel y que estaba contenido en las Escrituras. Hace una lectura cristológica centrada en Cristo, centrada en el Mesías de la Sagrada Escritura. La segunda presencia del Señor donde te encontramos, Señor ¿La Sagrada Escritura acaso no es palabra inspirada? ¿Acaso el Antiguo Testamento no contienen las promesas de Dios acerca del Mesías? ¿Acaso el Nuevo Testamento no nos cuenta la biografía de Jesús? Rasgos biográficos de Jesús, como Buena noticia de salvación. Ahí encuentras a Jesús.
Los discípulos Jesús quiere seguir, quiere continuar el camino. No, quédate aquí. Han llegado a Emaús. Quédate aquí, quédate con nosotros. Compartamos la mesa. Jesús tomó un trozo de pan y lo parte, fracción del pan. Esa expresión, fracción del pan, era la expresión que usaban los primeros cristianos para referirse a la Eucaristía. Partir el pan para compartir el pan y ese pan es Cristo. Partir a Cristo para compartir a Cristo de modo que toda la comunidad tenga la misma vida, la del Mesías muerto y resucitado, que hace de cada historia y de la historia de la comunidad una historia salvífica, una historia de salvación. La tercera manera de presencia de Jesús en la Eucaristía.
La cuarta manera. Los discípulos vuelven a Jerusalén. Emaús no es el lugar de ellos, el lugar propio del discípulo es Jerusalén. Allí Jesús ha muerto. Allí Jesús ha resucitado. Allí los discípulos están convocados para recibir el don del Espíritu. Vayan a Jerusalén, júntense en Jerusalén y esperen el don del Espíritu. Emaús no es el lugar del discipulado, es Jerusalén. Inmediatamente regresan a Jerusalén y se encuentran con una comunidad reunida que narra, que relata su experiencia de fe. Sí, todo comenzó con el relato de la experiencia de la vida, ahora todo termina con el relato de la experiencia de la fe. Hemos visto a Jesucristo. Hemos encontrado a Jesucristo. Jesús se encuentra en la comunidad, porque donde dos o más se juntan para orar, ahí estoy yo en medio de ellos. Jesús está en la comunidad.
Cuando nosotros hablamos de una capilla diurna, estamos hablando de una presencia muy particular. Según este relato de la tercera presencia, de la Eucaristía. Cuando vemos la hostia consagrada es Cristo presente, es su cuerpo presente. Es aquel cuerpo que recorría los caminos de Galilea con palabras que daban paz. Vengo a la capilla diurna para recibir la paz del Señor. Es aquel cuerpo que los caminos de Galilea regalaban la sanación de las enfermedades, la derrota de los espíritus impuros. Vengo a la capilla diurna para que el Señor también me regale aquella sanación que Él cree conveniente, que necesito, que según su voluntad es aquello que yo debo recibir. Aquí estoy, Señor, ¡para recibir tu palabra que provoca paz y alegría! Aquí estoy, Señor, adorando tu cuerpo, contemplando tu cuerpo para recibir la sanación, la salvación que tú quieres para mí. Es aquel cuerpo en Galilea que hace posible una paz enorme, un gozo enorme. Porque muestra, revela, la presencia del Padre, no la presencia del Dios Juez, no sólo la presencia del Dios Supremo Creador de todas las cosas, no sólo la presencia de un Dios poderoso y tremendo. Sobre todo, la presencia de un Dios que es padre y madre, de un Dios que nos acompaña, de un Dios que se hace peregrino. Vengo a la capilla de adoración diurna para sentir la presencia de un Dios que camina conmigo, que hace la vida conmigo, que se hace peregrino conmigo, y que ríe cuando yo río. Y que sufre cuando yo sufro. Porque es mi Dios y porque a Él le pertenezco.
El cuerpo de Jesucristo en Galilea convocaba multitudes, pero sobre todo convocada un grupo de discípulos, y esos discípulos se sabían hermanos y hermanas, porque el cuerpo de Jesús así se los manifestaba, así se los enseñaba, les inculcaba el sentido de fraternidad, de perdón, de acogida, de ayuda al necesitado de la comunidad. No vengo a la capilla como un individuo, como alguien solo o sola. Aquí estoy. Es que vengo con mi comunidad. Es que quien está adorando al Señor no es Juan, o Juana, o Raquel o Alberto. El que está adorando al Señor es la comunidad representada por aquella persona que está ante el Santísimo. Porque eso era lo que provocaba, lo que producía el cuerpo del Señor.
Como ven, cuando hablamos de adoración al Santísimo, no estamos hablando de una cosa intimista, personal, individualista. Estamos hablando de la esencia de nuestra fe. Estamos hablando de la presencia del Resucitado que hace posible la paz, la salvación, la comunidad. Que hace posible la construcción no sólo para mí, para todos, de la historia de la salvación. La invitación, entonces es a esto. A que podamos participar. Porque repito, no como deber, sino como don, que podamos participar de la adoración al Santísimo.
¿Cómo se hace? El padre Alexander ya seguramente lo ha explicado varias veces el cómo poder inscribirse. No se trata de un día, se trata de inscribirse todas las semanas, el mismo día y la misma hora. Esto de la capilla va a depender de ustedes. Va a depender de todos nosotros, particularmente de ustedes. Vamos a tener la capilla inaugurada hasta diciembre. En diciembre vamos a ver qué pasa, si realmente hay interés, hay personas que se inscriben y hay adoración al Santísimo de verdad, continuamos. Pero si esto no resulta, ahí tiene que quedar. Entonces también este don, tiene que ser responsabilidad comunitaria y no está solo abierta para las personas de esta comunidad. Pueden ser también cristianos, cristianas, de otras comunidades, de otras parroquias que se inscriban para poder estar presente en el horario que ellos se inscriben y que nunca el Señor quede solo, que esté siempre alguien presente con estas características de la que hemos conversado. Primero, se trata de una presencia, de una presencia viva de Cristo Sacramentado. Segundo, se trata de nuestra propia presencia, no como individuos, sino como comunidad que en la Diócesis de Valdivia caminamos construyendo el Reino. Esa es la invitación
Que el Señor y María Santísima nos ayuden a vivirla.
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