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Con una Eucaristía marcada por el reencuentro, la Diócesis de Valdivia celebró la fiesta de su patrona, Nuestra Señora del Rosario.

El 7 de octubre a las 19:00 horas la Diócesis de Valdivia celebró a su patrona, Nuestra Señora del Rosario, con una Eucaristía presidida por don Santiago Silva Retamales. El pastor diocesano estuvo acompañado por presbíteros de todo el territorio diocesano, así como por agentes pastorales integrantes de consejos parroquiales, movimientos y pastorales.

La celebración estuvo marcada por el reencuentro, puesto que hace más de un año que no se realizaban Eucaristías presenciales con representantes de toda la diócesis en el templo Catedral. Un signo relevante fue la revelación de un cuadro, acciones que acompañaron toda la Misa, y que al finalizar daba cuenta de una imagen del frontis de la Catedral Valdiviana.

En su homilía el pastor de Valdivia reflexiono sobre tres disposiciones que Jesús pide a una comunidad eclesial: Acción, Discernimiento y Oración. Las comunidades eclesiales están llamadas a la acción, pasa a ofrecer soluciones concretas desde el Evangelio, con el Evangelio”. La acción no es posible sin el discernimiento, sin entender el mundo de hoy, la “historia sale a nuestro encuentro con sus cosas positivas y sus cosas negativas. Las personas están allí caminando por la plaza, comprando, yendo y viniendo, yendo a sus casas y a sus trabajos. Cada cual con su carga de alegría y de pesadumbre ¿Los conocemos? ¿Sabemos cómo ofrecerles a Jesús?”. Finalmente, el padre Santiago Silva Retamales señaló la importancia de la oración, sin la cual discernimiento y acción no son posibles pues la “oración se va a hacer fecunda porque la estás haciendo en el principio de fecundidad de Dios, y el principio de fecundidad de Dios es el Espíritu”.

A continuación, ofrecemos una transcripción completa de la homilía realizada por don Santiago Silva Retamales con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario:

Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, jueves 7 de octubre de 2021, Templo Catedral de Valdivia, Chile

Nos hemos reunido esta tarde para celebrar a nuestra patrona, la patrona de nuestra diócesis, Nuestra Señora del Rosario. Se trata de una comunidad eclesial, que tiene todas las características propias de la Iglesia, porque tenemos carismas, tenemos ministerios, porque tenemos laicos y laicas, porque tenemos una tarea que cumplir, porque participamos de la misma misión de la Iglesia universal, de la misma vocación de la Iglesia universal. Somos de verdad, somos realmente una comunidad eclesial. No cualquier comunidad eclesial, como todas las comunidades eclesiales estamos en camino, y si estamos en camino, hay cosas positivas y hay cosas que no son tan positivas en nuestra comunidad eclesial. Y como toda comunidad eclesial, vivimos en el mundo, y somos personas humanas, hombres y mujeres que nos movemos en la historia, en una historia que muchas veces nos tienta y caemos en el mal. Una historia difícil, complicada, a la que muchas veces no sabemos cómo responder, o respondemos tarde. o simplemente no respondemos desde el Evangelio. Pero todos nosotros, nuestras propias comunidades que constituyen esta comunidad eclesial de Valdivia, hemos experimentado la gracia de Dios, la fortaleza de Dios, el amor del Padre.

La lectura de hoy, tomada del capítulo 11 de San Lucas, ilustra cómo debe ser una comunidad eclesial, aunque el texto no está dirigido precisamente a hablarnos de la Iglesia, el texto habla más bien de la oración. El tema central del texto que acabamos de proclamar de Lucas es la oración. Pero les invito a que hagamos una lectura eclesial de este texto, que este texto lo apliquemos a nuestras comunidades y a esta comunidad a la que todos pertenecemos. Diócesis de Valdivia, Iglesia que vive su fe en Valdivia.

Una de las primeras disposiciones que se nos pide es estar atentos para actuar. Un hombre ya acostado con su familia le llega un vecino amigo, "Oye, dame pan. ¿Cómo me molestas a esta hora? No me molestes a esta hora, ya estamos acostado", pero es tal la insistencia del amigo que termina dándole pan. Una comunidad eclesial vive siempre dispuesta para la acción, dispuesta para la acción, dispuesta para proveer lo que el otro necesita. Una comunidad eclesial se pone a la escucha de las situaciones de la vida y no solo se queda en teorías, diagnósticos, análisis. Pasa a la obra, pasa a ofrecer soluciones concretas desde el Evangelio, con el Evangelio. Es tan importante la obra, las acciones, que Jesús dice "Oye, déjate de decir Señor, Señor, Señor, eso a mí no me sirve, porque si no eres capaz de hacer la voluntad del Padre, si no eres capaz de hacer la voluntad del Padre, esto no me sirve". No basta decir Señor, señor. Es una de las características que hoy necesitamos cada vez más en nuestras comunidades eclesiales disposición y acción.

Luego Jesús les dice a los suyos ¿Quién de ustedes, si su hijo le da, le pide un pan, le va a dar una culebra, una araña? La comunidad eclesial da lo mejor de sí. Da lo mejor de sí. No estamos para dar cosas malas porque no las poseemos, de Cristo no poseemos nada malo, de Cristo poseemos luz, entreguemos luz de Cristo, poseemos verdad, entreguemos verdad. Pero se requiere un proceso de conversión personal. Cada uno de nosotros, y nosotros como comunidad, de modo que Jesucristo está en el centro de nuestro proyecto personal y comunitario. Entonces lo que va a brotar de nosotros es el mismo Cristo es Jesús luz, Jesús verdad. Es imposible que podamos entregar el mal cuando estamos revestidos del bien, cuando somos nuevas criaturas ¿Cuándo entregamos el mal? Cuando no somos nuevas criaturas. Cuando seguimos viviendo en una historia antigua, teniendo una historia nueva.   Cuando seguimos viviendo en historias de muerte, cuando se nos han regalado historias de vida. Cuando seguimos viviendo en tristeza y angustias, cuando lo que nos tiene que animar es la esperanza de la vida futura, la esperanza del encuentro con el Señor. Esto es lo segundo, de una comunidad eclesial, la conversión personal y la capacidad de entregar lo mejor de sí.

Luego, Jesús pide discernimiento. Que se den cuenta de lo que tienen que entregar, que vayan buscando el camino adecuado para entregarlo adecuado. Siempre, en todo momento es difícil y bonito vivir la vida cristiana, pero me da la impresión de que hoy es más difícil que nunca. Las situaciones en las que vivimos son complicadas, todo es bastante más oscuro, bastante más complicado. Es cierto que hay muchas luces de esperanza, hay mucha gente con un corazón muy bueno. Pero no los percibimos, de repente, no los conocemos. Entonces la tarea del discernimiento se hace imprescindible para poder responder a lo que el Señor hoy nos está pidiendo. La historia sale a nuestro encuentro con sus cosas positivas y sus cosas negativas. Las personas están allí caminando por la plaza, comprando, yendo y viniendo, yendo a sus casas y a sus trabajos. Cada cual con su carga de alegría y de pesadumbre ¿Los conocemos? ¿Sabemos cómo ofrecerles a Jesús? ¿Entendemos que tenemos que hacer para ofrecer a Jesucristo? De allí la importancia del discernimiento.

Ya no basta hacer lo que hacíamos antes. Antes nos resultaban las procesiones, hoy no sé si nos resultará. Antes nos resultaban las adoraciones al Santísimo y la Iglesia se llenaba ¿Hoy eso nos va a resultar? ¿No tenemos que buscar formas nuevas para ponernos en medio de ellos, todos nosotros en medio de ellos, mostrando un Cristo resucitado? Pero para eso, se requiere discernimiento y al final la oración. No podemos hacer discernimiento sin oración. No podemos ofrecer el bien sin oración. Jesús les enseña a los suyos a orar y les regala una relación impensada, impensada. Cuando ustedes se dirijan a Dios, vivan de Padre. ¡Cuando ustedes se dirijan a Dios, díganle, Padre! Y Mateo coloca algo que Lucas no tiene, díganle, Padre nuestro. Un Dios que es tu padre. y porque ofrece una misma vida para todos nos hace hermanos, es un Dios nuestro, es un Padre nuestro. Y esto es lo que hace la comunidad eclesial.

Nosotros somos un cuerpo, nosotros somos una comunidad de hermanos, porque todos tenemos la misma vida de Dios. Y como hermanos tenemos que respetarnos, y como hermanos tenemos que ayudarnos unos a otros, y como hermanos tenemos que caminar juntos, cada cual, con sus carismas, cada cual, con sus características peculiares, pero todos aportando lo mejor de sí para la unidad en la comunión de la comunidad. Eso no se hace sin oración. Sin ponerse frente a Jesús, para que comience yo a estar en Jesús, y para que Jesús comience a estar en mí. Orar es comulgar. Orar es entrar en comunión. Orar es tratar de amistad con el mejor de los amigos. Orar es tratar fraternalmente con el mejor de los hermanos, Jesucristo.

Entonces cada vez más nos vamos impregnando del Señor. Y Lucas dice ¿Por qué no piden lo mejor para poder orar? Pidan lo mejor para poder orar. Señor, yo me voy a la oración porque necesito salud. Me voy a la oración porque necesito solucionar algún problema. Me voy a la oración para que para que me saques de la tristeza. Eso está muy bien, pero no es lo mejor, Lucas nos dice ¿Sabes lo que es lo mejor? El Espíritu Santo, pide el don del Espíritu. Que la oración esté inspirada del Espíritu. Que la oración sea hecha en el Espíritu Santo. Y no le pidas ninguna otra cosa a Dios, porque si fuiste capaz de ponerte en el Espíritu para orar, Dios te va a dar lo que tú quieras, lo que tú necesitas. La oración se va a hacer fecunda porque la estás haciendo en el principio de fecundidad de Dios, y el principio de fecundidad de Dios es el Espíritu. El Espíritu es el que hace todas las cosas nuevas, hace todo fecundo. Limpia la historia. Renueva la vida. Te hace ver significados que antes no tenías. Te hace comprender situaciones que antes no comprendías. Gracias al Espíritu.

Estas comunidades eclesiales necesitamos construir hoy. Esta tiene que ser nuestra comunidad eclesial que camina en Valdivia. Nuestros énfasis pastorales hacia allá apuntan, especialmente al discernimiento y a la sinodalidad. Hacia allá apuntan para que podamos caminar como un pueblo de hermanos alegres, por qué nuestro Señor ha resucitado. Hoy nos refugiamos en el manto de Nuestra Señora del Rosario. Para que ella nos anime, no fortifique y como madre cuide en nosotros el amor por su hijo.


El religioso benedictino contribuyó a la conservación y promoción de patrimonio cultural del país, y en especial de la zona sur de Chile, siendo reconocido con varios galardones, entre ellos el Premio Nacional de Historia en 1984.

A los 92 años falleció este 23 de octubre el R.P. Gabriel Guarda O.S.B., Abad emérito del Convento Benedictino de Las Condes, destacado en el ámbito de la promoción y conservación del patrimonio cultural. A lo largo de su vida participó y contribuyó en diversos proyectos e iniciativas con el fin de poner en valor la historia y memoria de diversos territorios a lo largo del país.

En nuestra región de Los Ríos, su contribución se puede observar en la investigación, conservación y restauración de diversos inmuebles, así como su participación en la creación de diversos museos, centros culturales y la publicación de varias obras que tratan de la historia regional. Para la Iglesia valdiviana, su sello más tangible y evidente se traduce en la Catedral de Valdivia y su Museo Catedral, obras en las que participó directamente. Además, el pasado año 2019 estuvo dispuesto a apoyar la creación de la Fundación Padre Guarda, mediante la cual el Obispado de Valdivia desea continuar su labor.

El Administrador Apostólico de Valdivia, R.P. Gonzalo Espina, se refirió a la muerte del R.P. Gabriel Guarda O.S.B., “fue un hombre entregado a la Iglesia como historiador, arquitecto y religioso, que nos deja un legado que continuaremos desarrollando para provecho las generaciones futuras. Ya se puede ver este trabajo en el Archivo Histórico del Obispado de Valdivia, y en la renovación museográfica del Museo de Catedral, y pronto se irán sumando nuevos esfuerzos por perdurar su labor.”

Reseña Biográfica

El R.P. Gabriel Guarda O.S.B. nació en la ciudad de Valdivia en 1928 bajo el nombre civil de Fernando Guarda Geywitz. Realizó sus estudios básicos en el Instituto Salesiano de Valdivia, y posteriormente se trasladó a Santiago para continuarlos en el Internado Nacional Barros Arana. En 1947 ingreso a escuela de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, mostrando ya en aquellos años una clara inclinación por la historia. En 1953 publica la obra Historia de Valdivia: 1552-1952, ese mismo año viaja a Europa para continuar sus estudios de arquitectura. Su estadía en el continente europeo sirvió para profundizar en su interés por la historia, visitando archivos históricos y documentándose sobre urbanismo colonial.

De regreso en Chile, continuó su formación en historia, y se integró al grupo de historiadores discípulos de Jaime Eyzaguirre. En 1958 se titula como arquitecto, y quince días después de esto ingresa a la Orden de San Benito, ordenándose presbítero en 1968, tomando el nombre de Gabriel Guarda. Tras esto se integró a la Pontificia Universidad Católica de Chile como profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología, y como profesor de Historia Urbana en la Facultad de Arquitectura.

En 1970 sus arduos estudios se ven concretados en artículos y libros especializados en historia religiosa, urbana y regional durante el periodo colonial y las primeras décadas de la Republica, destacando su tratado sobre la Historia Urbana del Reino de Chile. A este trabajo se sumaron nuevas publicaciones sobre la sociedad del sur, especialmente Valdivia y Osorno, esfuerzo que le valió ser galardonado en 1984 con el Premio Nacional de Historia. El R.P. Gabriel Guarda O.S.B. produjo más de 300 publicaciones e investigaciones sobre historia urbana y arquitectura, sus obras más destacadas son: Historia Urbana de Reino de Chile (1978), Los Encomendero de Chiloé (2003), La nueva historia de Valdivia (2000), La tradición de la madera (1995), El arquitecto de la Moneda Joaquin Toesca 1752-1799: una imagen del imperio español en América (1997), y su monumental estudio sobre la sociedad austral antes de la colonización alemana.

El padre Guarda realizó una intensa labor en el rescate del patrimonio cultural arquitectónico de territorios como Chiloé, Osorno, Valdivia, Colchagua y Valle de Elqui, además de proyectos arquitectónicos entre los que destacan la construcción de la Catedral de Valdivia y la capilla del Monasterio Benedictino. El padre Gabriel Guardo O.S.B., logró consolidar sus dos pasiones, el seguimiento de Cristo y el servicio a través de su ministerio junto a su pasión por la historia. Mediante lo anterior aporta un servicio con la humanidad, al preservar y dar a conocer una perspectiva de la memoria de diversos territorios. Su contribución a nuestro país le hizo merecedor de importantes distinciones como el Premio Nacional de Historia (1984), Premio Bicentenario (2003) y el Premio de Conservación de Monumentos Nacionales (2004).


Valdivia, 13 de enero de 2020

Por incendio en la Catedral de Valdivia

A la comunidad,

          A las dieciséis horas de este lunes trece de enero, comenzó un incendio que afectó el Templo Catedral de Valdivia, dedicado a Nuestra Señora del Rosario. El trágico incidente tuvo lugar en el techo de la estructura por causas que aún se estudian, descartando absolutamente la intencionalidad de terceros. En el recinto se llevaban a cabo trabajos de reparación, los cuales estaban programados con anterioridad.

          Señalamos que ninguna persona se ha visto herida por lo ocurrido esta tarde, y que el Santísimo ha sido trasladado a otra capilla para salvaguardarlo de posibles daños. También señalamos que el valioso patrimonio cultural que se custodia en este recinto, no ha sido comprometido por el agua o las llamas. Agradecemos a todas las personas e instituciones que nos han hecho llegar su preocupación y muestras de solidaridad ante esta difícil situación, especialmente a Bomberos de Chile, Carabineros de Chile y la Universidad Austral de Chile.

La Catedral de Valdivia es un icono característico de la ciudad, importante no solo para el mundo católico, sino también para la ciudad, la región y muchas personas. La catedral no solo sirve como un espacio importante para la vida y celebración del culto de quienes profesan la fe católica, sino que también cobija actividades de diverso tipo, solidarias, sociales y culturales. También alberga en su interior el Museo de la Catedral de Valdivia y el Archivo de la Catedral.

          Queremos ser responsables en la entrega de la información, por esto no se emitirán más comunicados hasta contar con antecedentes técnicos que permitan evaluar los daños sufridos y la causa real de este incendio. De la misma forma invitamos a la calma, y a la responsabilidad, evitando caer en noticias falsas que desinforman, confunden y provocan tanto o más daño que el fuego o el agua.

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Diseñado y administrado Juan Latorre.